Historias «d», Adrián Korol: “En Chascomús me siento en casa”

Con Los Vergara hizo reír a una generación. A fines de los 90, fue una de las caras más conocidas de Videomatch. Se mudó a Uruguay, pero regresó y se instaló en Chascomús. Hoy cuenta su amor por esa ciudad.

Adrián Korol es uno de esos seres con una linda vida. A mediados de los 80, cuando era un estudiante secundario en el Vieytes de Caballito, militó en la Federación Comunista. De ese tiempo aprendió el compromiso, el arte de la pintada y a eludir la represión. Con sus hermanos, Alejandro y Diego, protagonizó una de las movidas más recordadas de los 80: Los Vergara, un grupo que surgió como los antichetos que se oponían a los “japis” y que con sus grafitis fueron un lejano precursor de las memes.

Cuando el largo invierno de la dictadura se iba para darle la bienvenida a la primavera alfonsinista y las pintadas políticas llenaban las paredes, Los Vergara no vieron una crisis sino una oportunidad. A los Korol se les ocurrió cambiar las consignas partidarias por otras más graciosas. Escribían grafitis como: “Tom y Jerry para la liberación”, “Tiemblen fachos, Maradona es zurdo”, “Si Evita viviera, Isabel sería soltera”, mezclados con algunas que no pasarían el filtro de lo políticamente correcto como: “Una novia sin tetas, más que novia es un amigo”.

Los hermanos llevaron su creativa desfachatez a la UBA en donde eran alumnos. En hojas de cuadernos escribían sus frases hilarantes y absurdas que pegaban en las paredes. “Salían de las aulas y veíamos a todos aglomerados riéndose con lo que habían escrito Los Vergara y nosotros metidos en el medio porque se desconocía nuestra identidad”. La fama saltó de los pasillos universitarios a los espectáculos en pequeños locales. 

El camino siguió en La Noticia Rebelde con ese trío de genios que formaban Guinzburg, Castello y Abrevaya. Sus participaciones en la televisión se alternaban con shows. “Nos profesionalizamos con manager, músicos y una buena puesta, pero sin perder la esencia del Café Concert”. En los espectáculos, Adrián se distinguía por una capacidad que todavía conserva: modificar las letras de canciones conocidas por otras graciosas que improvisa en el momento. Así, en “Capullito blanco” cantaba sin desafinar ni perder la compostura: “Conejito tierno de mi corazón, como blanca nube es el tampón pon pon”.

En los 90, los Korol entraron a trabajar con Tinelli y Adrián como notero en Videomatch viajó por gran parte del mundo. El nuevo siglo lo encontró sin la popularidad que le daba Marcelo, pero con la tranquilidad de retomar proyectos más personales. Con sus hermanos volvió a los shows y participó en ciclos que le interesaban como Teatro por la Identidad. Estuvo al frente de ciclos creativos y algo inciertos en América y la Televisión Pública. En el primero, condujo con sus hermanos “La otra verdad”. Fue la única vez que Mirtha Legrand, como estaban en el mismo canal, los invitó a su mesa. De menú pidieron milanesa con papas fritas.

En el 2011, el mayor de los Korol se fue de vacaciones a Santa Ana, un pequeño balneario uruguayo, y mucho antes de que fuera tendencia entre los argentinos decidió quedarse en tierra charrúa. Ya instalado cumplió el sueño de muchos periodistas e intelectuales. “Abrí en Colonia una disquería y una librería. Me fue muy bien. Cuatro veces por semana cruzaba el río para ver a mi hijo y trabajar en un programa en la TV Pública y en Radio Nacional”. 

Korol atravesó todas las décadas aprovechando lo bueno y esquivando lo malo. Vivió la creatividad de los 80 sin caer en sus excesos. Gracias a los beneficios del 1 a 1 de los 90 disfrutó de las coberturas por el mundo, pero sin perder la mirada crítica sobre un modelo económico que excluía a muchos. El comienzo del siglo lo encontró cambiando de rumbo sin cambiar su esencia. Hoy vive lo que quiere, cómo desea y dónde elige. Ese dónde es la ciudad de Chascomús.

“En los últimos cinco años tuve casa en Chascomús. Al principio, era mi lugar para vacaciones, fines de semana y esas cosas, pero desde 2018 vivo de forma permanente”, comentó. Con orgullo contó (o alardeó): “Realicé el cambio de domicilio en el DNI, renové el registro de conducir aquí, ya figuro en el padrón electoral y hasta fui autoridad de mesa. Siento que es mi lugar”.

”Sin dejar de lado los lugares comunes que son la proximidad con la Capital, la tranquilidad y la laguna, Chascomús es un lugar para vivir en todo sentido”, expresó. Además, detalló: “Hay una impronta cultural muy fuerte. Debe ser uno de los sitios con mayor cantidad de músicos por metro cuadrado, pero también se respira teatro, danza, plástica, literatura, cine. Al ser la cuna de Raúl Alfonsín, se agrega un interés político y se suma que existen muchos medios de comunicación, incluyendo tres diarios”.

Ingrid Beck su compañera en Bichos de radio, el programa que conduce por Radio Nacional, suele afirmar con humor que su coequiper es un “fundamentalista” de Chascomús. Algo de cierto hay porque cuando se le pregunta qué lugar visitar no se queda con chiquitas y responde: “Desde el acceso en adelante todo”. Para especificar sin repetir ni soplar: “Imposible no disfrutar de un atardecer en el café Mulé, consultar la agenda de actividades culturales, realizar alguna visita guiada dramatizada a la Capilla de los Negros o en la vieja estación de tren, caminar la Costanera, el Parque Libres del Sur, hacerse un rato para el Museo Pampeano y recorrer con pausa y sin prisas el Casco histórico”. 

Entre recomendaciones y fascinaciones reafirmó que en la ciudad de Alfonsín encontró mucho de lo que le gustaba de Santa Ana y enumeró el casco histórico, las siestas, la Costanera, el verde y el silencio. “Me siento en casa desde el primer momento. Creo que es una ciudad con un presente muy bueno y con un futuro mucho mejor aún”, expresó.

En tiempos donde añoramos esos momentos de caminar sin miedo por la calle, Korol aseguró: “Lo mejor de Chascomús es ser un vecino más. Poder andar por todos lados, que te alcance el tiempo, sentarte a tomar un café en la vereda y dejar el teléfono en la mesa sabiendo que nadie te lo va a manotear, divertirme con las historias de pueblo. Compartir mucho”. 

Una anécdota lo demuestra. Se quería dar la vacuna antigripal, pero por sus horarios laborales se le complicaba. La farmacéutica le dijo que no se preocupara y como son vecinos, a la noche lo vacunó en su casa. Los trámites bancarios suelen durar más. No por burocracia, sino porque hay tiempo para charlar con el cajero sobre el último partido que jugó Boca, cuadro del que Korol es hincha reconocido.

Con más de tres décadas trabajando en los medios, el ex Vergara maneja a la perfección el hablar mucho, pero sin contar más de lo que desea, excepto si se trata de Chascomús. Su entusiasmo entusiasma. Por eso, dan ganas de ir hasta Mulé y la Vieja Esquina. “Mis dos lugares gastronómicos por excelencia. Alta carta”, dijo. También, advirtió: “No podés partir sin probar un peje (pejerrey a la romana) y por supuesto las medialunas. Un secreto: las mejores medialunas no están en la ruta. Los invito a investigar sobre el tema dentro de la ciudad”, afirmó más divertido que misterioso.

Ante la pregunta acerca de cuáles son tus actividades favoritas y cuáles recomienda, no dudó: “Compartir tiempo con amigos en cualquier lugar. A mí me gusta caminar por todos lados, ver atardeceres en directo. Estar atento a lo que pasa en este momento de reapertura de espacios culturales, movidas a la noche”. Luego, agregó: “No hay que perderse las kermeses, los festivales en los barrios y encuentros al aire libre donde se juntan más de 40 foodtrucks con todo tipo de alternativas”.

Un dato no tan conocido, es que la ciudad es una gran mascotera. “La relación de la gente con sus mascotas, pero también con perros y gatos callejeros es entrañable. Además de las protectoras, hay muchas veterinarias por metro cuadrado”. Para el cuidado de Toto, su perro, Korol elige Veterinaria Mitre. “Tiene una casa central que es tremenda y además tres sucursales”, manifestó.

Chascomús es su dónde y este año Korol sumó su qué hacer. Es el mentor de la radio Pop Chascomús, una filial de la Pop, pero con un mix de programación local. “Es un proyecto muy interesante del que participo. Es una idea que juega a integrar, un verbo que me encanta, Chascomús al mundo y el mundo a Chascomús con una programación de primer nivel tanto nacional como local. Ponemos en el aire los programas de la Pop que tienen link directo con Chascomús como el de mi hermano Diego (Despierta Corazón). Todos los días tiene referencias y hasta acciones y concursos destinadas a difundir la ciudad. También la Negra Pop que conduce Elizabeth Vernaci que nació en nuestro vecino Ranchos, donde nos escuchan en la 92.5. Cada semana ponemos en el aire 18 programas propios”. 

En tiempos comerciales complejos y de audiencias volátiles, aseguró: “La respuesta de la audiencia es magnífica, al igual que la de los anunciantes locales, regionales y nacionales. Técnicamente es un proyecto impecable y con un gran futuro. En lo inmediato, estamos trabajando para poder mudar la radio a la laguna o a su costanera en la temporada de verano”.

Su trabajo en la Pop Chascomús no le impide continuar como director de la RAE, la Radiodifusión Argentina al Exterior, la emisora internacional argentina que difunde a todo el mundo y en ocho idiomas todo el acontecer de nuestro país. “Estamos en plena etapa de regreso a la presencialidad, lo cual esperamos redunde en una serie de acciones que tenemos previstas para los próximos meses dentro de los medios públicos. En esta etapa de muchísimas iniciativas que nos involucran como parte de la familia de la Radio Pública, que dirige Alejandro Pont Lezica, y de la RTA, Radio y Televisión argentina, que preside Rosario Lufrano”. Además, sigue con el programa junto a Ingrid Beck los viernes a las 23, Bichos de radio, y produce un podcast llamado ”La radio que vivimos en peligro”.

Korol aseguró que hay dos o tres secretos de Chascomús que saben solo los locales y no puede revelarlos públicamente. “En todo caso cuando vengan a Chascomús, me buscan y les doy algunas pistas”. Encontrarlo no será difícil. Estará haciendo su programa en la Pop Chascomús, disfrutando un cafecito con amigos en Mulé, sentado en el pasto armando una playlist que abarque a su admirado Krahe más algo de música uruguaya o leyendo un libro sobre los 70 en la Costanera mientras ve uno de los 365 atardeceres distinto sobre la laguna. Distinguirlo tampoco es complicado. Es ese tipo que sonríe porque hace lo que quiere y sobre todo, donde quiere.