«Fatiga», «Marrón», «Largo», «Príncipe». Tiene muchos nombres pero el amor de los vecinos por él es único.
Una de las problemáticas que tienen la gran mayoría de las ciudades son los perros callejeros. Lamentablemente muchos de ellos terminan vagando toda su vida en busca de comida, agua y muestras de cariño. Pero en Daireaux, el caso de Fatiga es muy particular.
Este perro comunitario tiene una gran simpatía y cariño. Fatiga se ha ganado el corazón de varios deroenses que cuidan de él cuando lo ven. Muchos dirán que seria mejor adoptarlo y darle un hogar. Sin embargo, hubo varios intentos, todos frustrados. Él escapaba para volver a circular por las calles de la ciudad.
«Él va y viene, no tiene un lugar fijo. Pero siempre le damos lo que necesita, sabe dónde ir para buscar su comida de todos los días. Somos varios lo vecinos que nos encargamos de eso», contó una de las propietarias de una heladería local.
En tanto, un vecino del parque Ing. Angel Martin dijo: «Fatiga siempre se pasea por el parque y se sienta al lado de las personas para que le den comida. Aparte hace una gracia que es darte la pata y con eso se gana el amor de la gente».
Cuando se aproxima una tormenta, el perro se dirige a un hogar en particular, donde le brindan alojamiento por esas horas. La dueña de la propiedad aseguró: «Él tiene una conexión especial con la gente, siente quienes son buenas personas, sabe dónde estar».
Pero entonces llegó el susto. Fatiga solía andar por las instalaciones de la Comisaria De la Mujer y la Familia, donde un vecino se encargaba de darle la comida a él y otros perros de la cuadra.
Los vecinos no lo vieron por varios días y llegó la preocupación. Milagros, propietaria de «Marcando Huellitas», decidió preguntar por él en el Refugio Canino. Junto a su padre Pedro fueron en busca de Fatiga.
Cuando dieron con el, su reacción sorprendió a todos. Y es que el perro no paraba de saltar y mostrar su felicidad sabiendo que iba a poder volver a la calle y rodearse de los vecinos.
Milagros tomó una decisión que sería la mejor para él: «Le pusimos una chapa con su nombre y mi número de teléfono para cualquier consulta. Fue lo mejor ya que a Fatiga le encanta andar paseando por la ciudad. De esta forma no lo van a volver a llevar sin antes llamar, aunque ya todos saben como es él».
Hoy en día Fatiga ronda por las cercanías del centro, precisamente en la Heladeria Chuky, donde los vecinos y vecinas siguen cuidando de él.