Biblioteca Popular Rafael de Aguiar: protegiendo el acervo cultural nicoleño

El espacio es una de las instituciones más respetadas de nuestra ciudad.

La Biblioteca Popular Rafael de Aguiar se fundó el 24 de abril de 1947. Su sede se encuentra ubicada en Ameghino y Don Bosco, y lleva el nombre de uno de los fundadores de San Nicolás.

Noticias d entrevistó a Leticia Salamini, integrante de la comisión directiva, quien repasó la historia de la biblioteca y los numerosos servicios que presta a la comunidad nicoleña.

-¿Cuándo inauguró la institución? ¿Quiénes son sus fundadores?

-La Biblioteca Popular Rafael de Aguiar se fundó a través de un conjunto de vecinos de la zona de calle Don Bosco y Ameghino. Se fundó el 24 de abril de 1947 con una comisión directiva encabezada por Juana Couretot de Guella, que fue la gestora de la idea.

-¿Por qué fue fundada? Contanos brevemente su historia.

Doña Juana, como le decían todos, siempre fue una mujer interesada en la educación. De chica nunca tuvo acceso a una escuela y contó con maestros particulares, pero su educación quedó trunca.

Así que siempre tomó como un gran impulso en su vida el dedicarla a facilitar el acceso a la educación y la información a otras personas.

Y en los años ‘40 obviamente no existían Internet ni las computadoras, por lo tanto tener una biblioteca de acceso público para que adultos y chicos pudieran estudiar y recrearse, era una necesidad.

Así fue como se pensó en crear una biblioteca en un lugar alquilado por calle Ameghino con un anaquel con apenas 10 libros al principio. Con donaciones, se fue incrementando el acervo bibliográfico y ya desde esa época contó con talleres para canto para niños, por ejemplo.

En los años ‘70 se mudó a la esquina de Ameghino y Don Bosco, que es donde está actualmente y cuyo local fue adquirido con muchísimo esfuerzo.

-¿Cómo está compuesta la estructura del establecimiento?

-La Biblioteca cuenta actualmente con tres bibliotecarios, de los cuales dos se centran mayormente en la parte digital (atención por redes sociales, toma de pedidos online, sección administrativa) y uno en atención al público presencial.

Cuenta con tres salas de lectura parlantes, una sala infanto juvenil, dos salas de procesos técnicos, sala de computación, sistema de estanterías abiertas, DVDteca.

También con un SUM con capacidad para más de 80 personas sentadas, servicio de Internet, servicio de WIFI gratuito y material de lectura en CD para disminuídos visuales.

-¿Qué valores tiene esta institución como preceptos?

-Trabajamos bajo el precepto más básico que es «el conocimiento nos hace libres«. Todas las bibliotecas tienen como principio el del servicio al usuario, en la mejor medida de sus posibilidades.

Nuestra Biblioteca en sí, siempre se ha puesto como meta el mejorar sus servicios y ofrecer más, acorde a los tiempos que corren. En los años ’40 con enciclopedias y material de lectura.

A mediados de los 80, con la inclusión de un servicio de fotocopiado (que ya no está en funcionamiento actualmente). A fines de los ‘90 y principios del 2000, con la inclusión del servicio de Internet, impresiones y ayuda para alfabetizar informáticamente a los usuarios que consultaban.

Bien entrado el año 2010 y en adelante, se incorporó WIFI en sus salas de manera gratuita para que el lector pueda traer su notebook y estudie e investigue cómodamente, con todo el acervo bibliográfico a disposición.

Siempre se buscó la manera de acercar la información al lector, sea como sea.

-¿Qué otro rasgo característico posee?

-En su momento de auge, la biblioteca inició un proyecto para incluir filiales en zonas más alejadas. La primera fue en calle América, a una cuadra del campito de la Virgen.

Precedente a esa filial, existió una escuela para analfabetos forjada por Juana Couretot en medio de la villa, que existía en ese momento.

Luego se creó otra filial en barrio Garetto. Ambas filiales en este momento se encuentran cerradas por el tema de la pandemia.

-¿Qué adversidades tuvieron que enfrentar? ¿Cuáles fueron esos momentos difíciles?

-Adversidades de todo tipo, pero por la naturaleza de la institución, lo económico siempre fue preponderante.

Al ser una entidad sin fines de lucro y autónoma, no dependiendo de ningún organismo gubernamental, la adquisición de material, pago de sueldos, mantenimiento edilicio y demás, se sustenta con el pago de la cuota mensual de los socios y los talleres que se brindan en las instalaciones de la biblioteca.

El año 2001 fue pesado, pero lo sobrevivimos de una manera u otra. En septiembre de 2002, una pedrada descomunal azotó San Nicolás y se agujerearon los techos. Se mojaron muchísimos libros, muchos de ellos únicos, y que los perdimos porque la humedad los destrozó.

No teníamos dinero para reparar todo y acudimos a la ayuda de la comunidad para eso. Gracias al aporte de empresas locales pudimos arreglar todo y modernizar el sistema de cableado pero el edificio (que data aproximadamente de 1860), requiere mucho mantenimiento.

El año pasado nos pegó muy duro porque a mediados de marzo debimos cerrar la biblioteca por la fase 1 de la pandemia y reabrir recién a principios de mayo nuevamente, pero trabajando a puertas cerradas.

-¿Cómo han realizado su trabajo en estos tiempos de pandemia?

-Por suerte ya veníamos trabajando en el catálogo digital DIGIBEPÉ (creado por CONABIP, Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares), el cual presentamos el año anterior.

Tenemos más de 12.000 libros ingresados de un acervo superior a 37.000. Es una tarea complicada pero la hacemos con mucho gusto para justamente seguir con nuestra misión de acercar la información al usuario.

Cualquiera puede visitar el catálogo y buscar por autor, título, materia, palabra clave, etc. Con esa herramienta fundamental armamos un sistema de préstamo online, a través de nuestras redes sociales.

Como el lector no puede ingresar a sala, nos manda un mensaje privado por Facebook, Twitter, Instagram o mail, con el listado de libros que busca. Confirmamos el pedido, armamos el paquete envuelto en film nylon para evitar contacto con otras superficies, y lo viene a buscar a la puerta.

La virtualidad ha sido clave en el desarrollo de nuestras actividades. Como no pudimos tener talleres presenciales, se organizaron de manera virtual: uno de origami y otro de narrativa.

También se brindaron charlas por las distintas plataformas en donde tenemos presencia, incluyendo nuestro canal de YouTube.

Tratamos al menos una vez cada dos meses, de hacer un «live» en nuestras redes para interactuar con nuestros socios, mostrándoles las novedades que tenemos en libros, respondiendo consultas al aire o simplemente mostrándoles la biblioteca por dentro con el protocolo de seguridad que seguimos para trabajar.

Todo es cuestión de adaptación. Por supuesto tenemos todavía lectores, sobre todos los de más edad, que no se manejan por redes y vienen personalmente a pedirle a Héctor, nuestro bibliotecario con más experiencia, a que le recomiende algunos títulos para llevar en el momento. La atención personalizada se sigue haciendo como siempre, tanto en redes como in situ.

-¿Qué próximos proyectos esperan realizar en el futuro? ¿Ya están evaluando próximos pasos a seguir?

-En este momento se comenzó la reparación de los sanitarios próximos al SUM para adaptarlos a personas con capacidades diferentes.

Y también incluir elementos siguiendo las normas sanitarias correspondientes a la pandemia, como dispenser de papel para secarse las manos y jabón líquido.

El sanitario de las salas de lectura ya contaba con esto, por lo tanto estamos preparando el espacio para en un futuro, que esperamos sea muy próximo, podamos recibir a las personas de los talleres con comodidad y seguridad.

Tenemos todo un plan de trabajo de adecuación de espacios para la pandemia en cuanto al SUM para volver a dictar talleres, pero hasta que no esté lista la parte exterior con el baño, no podemos comenzar nada.

Por otro lado, hemos iniciado un protocolo para investigación en sala, en donde los interesados pueden ingresar a biblioteca cumpliendo con los requisitos que dispone la provincia de Buenos Aires.

Se debe solicitar turno por mail previamente, consignando datos personales y el tema específico que va a consultar. El bibliotecario prepara el material y le asigna al usuario la fecha en que puede venir a biblioteca.

El acceso a las estanterías no está permitido, por lo tanto sólo podrá utilizar el material que el bibliotecario le preparó. Cuenta con el servicio de Wi-Fi gratuito en sala para poder investigar y puede quedarse en las horas en que está abierta la biblioteca.

A pesar de todo, la biblioteca se mantiene activa todo el tiempo, actualizándose y en constante comunicación con la gente.

Cómo contactarse con la Biblioteca Rafael de Aguiar

Las personas interesadas en contactarse con la Biblioteca Popular Rafael de Aguiar, pueden ingresar a sus redes sociales: Twitter, Instagram y Facebook. Teléfono: 4426008, mail: [email protected].

Contenido provisto por: Rubén Sisterna