Ramón Vidal: el primer profesor de educación física de la localidad

La profesión de docente es muchas veces maltratada, pero nadie le resta la importancia que tienen esos hombres y mujeres que pasan por la vida formando ciudadanos del mañana.

En Bella Vista Corrientes, Ramón Vidal es reconocidos por todos como el primer profesor especial de educación física. Sin embargo, él mencionó a Ignacio Sosa como el primero de la localidad, pese a que este partió un día a estudiar y nuca más volvió a la tierra de la naranja.

Ramón nació en Corrientes Capital. Estudió en Santa Fe y eligió Bella Vista para vivir. Como cualquier profesor, recién recibido, soltero y en busca ferviente de horas, la localidad le presentó la oferta más tentadora. La Escuela Regional de Corrientes le otorgó el título de maestro. Si bien nunca ejerció como tal, el diploma le sirvió para tener experiencia en la docencia y trabajar en los diferentes niveles.

En el año 1964, el Profe, como lo conocen todos, se recibió con el título de Profesor de Educación Física. “Llegué un 1 de abril a Bella Vista y fui al colegio Nacional; y a la tarde fui a trabajar a la cancha San Martín”. Vidal tenía una propuesta para ir a trabajar a Resistencia, Chaco. “Mí profesor quería que vaya a Chaco para conformar el equipo de rugby. Por mí contextura física, le interesaba la idea que vaya a instalarme allá”.

Con un cargo de profesor especial y 12 horas cátedras, se vivía modestamente. Sin embargo, mediante un sistema de hipotecas de casas y el sorteo de las mismas, generaron que Vidal obtenga su casa propia y sea una razón para instalarse definitivamente en Bella Vista. La década del 70 consolidó su familia con una esposa e hija.

Toda una generación de profesores de educación física. Hoy algunos ya jubilados, pero que sembraron el camino para que en la localidad exista el profesorado de Educación Física.

La vida de un profesor es así. Siempre en busca de escuelas para trabajar e incrementar las horas de servicio, de una a otra con su mochila cargada de actividades para cada institución. “Me convencieron que no me vaya de Bella Vista y me vino bien. Trabaje en intercolegiales, en la Escuela Normal, en la Escuela Técnica, pase por la Escuela Agrotécnica sumando más horas con cada escuela“, explicó a pesar de que tenía propuestas de más horas. “Hasta el día de hoy, los alumnos me recuerdan. Como también hay algunos que me dicen que dolor de cabeza esas horas de educación física”, contó Vidal con picardía.

Las actividades lúdicas dejan huellas en los alumnos, más que la teoría. “El juego en sí despierta muchas cosas en los chicos. Por eso, recuerdan al profe de educación física. Se jugaba a la cazada y más de uno se iba con el guardapolvo roto o la remera estirada”, explicó.

La Escuela Normal estaba en un pequeño predio. Lo cual generaba que más de uno sufriera algún que otro golpe. “Los chicos salen del salón y quieren correr, ya salen corriendo. Éramos dos profesores. Uno para las chicas y otro para los varones y con la fiesta de educación física juntábamos dinero para las pelotas que se pinchaban cada dos por tres. Los alumnos miraban los partidos de vóley y querían hacer lo mismo y volaban las pelotas por las plantas de naranja agria que había cerca”, recordó.

Cuando se creó el Club Juventud, el Instituto Nuestra Señora del Carmen conformó su equipo de vóley. También, se empezó a jugar en lugares cerrados. Los profesores que se fueron formando posteriormente se dedicaron a diferentes disciplinas. Vidal siempre se especializó en atletismo. “Yo quería hacerles ver que no es que no me gustaba el futbol, sino que en todos lados podían jugar al futbol, pero nadar o correr no se daba en todos lados. Se competía en Reconquista en torneos nacionales. Nosotros éramos todos chiquitos desde lo físico. Sin embargo, en nuestro estilo tratábamos de llegar a una competición nacional”.

Entre las anécdotas, el profe contó: “Cuando cumplimos los 20 años de recibidos, fuimos a un encuentro y en la demostración vimos que las chicas hacían rugby y los varones balanceo. Al principio, me costó entender todos estos cambios, pero en buena hora porque hoy en día tenemos grandes gimnastas. Ahí está el caso de Paula Pareto, que esta vez no pudo ganar, pero los valores que le dio el deporte le sirve para su vida y profesión”.

El deporte y sus valores

Sobre la formación de deportistas amateurs o profesionales, Vidal reflexionó que es una tarea que no se trata de ganar, sino de los valores que queda en ellos. “El esfuerzo, la competición contra uno mismo. Aunque no sirva para ser el mejor del mundo, autosuperarse da satisfacción y sirve para la vida, la perseverancia, la estrategia para mantenerse”.

Tal es la dedicación, que no se acaba cuando se termina la hora de clases. “Hay profes que no les importan las actividades extracurriculares. Los sábados y domingos no trabajan, pero justamente esos días donde hay que estar más porque se generan los campeonatos u otras actividades. Todo ese tiempo compartido me demuestra que no hice tan mal las cosas porque me saludan con mucho cariño”.

Recordando los viajes y las competiciones, el profesor dijo: “Tuvimos suerte. Nunca tuvimos ningún imponderable porque nosotros no teníamos donde entrenar remo por ejemplo. Les enseñábamos a nadar en río, hacíamos colonia de vacaciones entre las barrancas, se hacían milanesas de arena y se tiraban al agua. Recién cuando se crea la pileta del Complejo Polideportivo y el Centro de Educación Física, se organiza mejor las actividades de la colonia de vacaciones. Los chicos debían aprender a nadar. Sobre todo los que vivían en la costa para evitar que se ahoguen”. Siempre apelando al humor, Ramón recordó: “Yo les decía: mira que vas a tragar agua y yo quiero que me quede agua en la pileta”.

La práctica docente muchas veces tiene sus complicaciones y algunos sin sabores, que si bien son elecciones de vida la mirada en retrospectiva pone en el tapete cuanto le dedicó uno a la profesión. “Me costó un montón trabajar con los niños del jardín de infantes. Acostumbrado al orden y la disciplina con los chicos no me servía y tuve que aprender cómo era tratarlos, dejarlos surgir, jugar con ellos, adaptarse a la edad de ellos. Yo tenía 50 años más o menos y mis alumnos 4 o 5 años y tenía que ponerme a la altura de los niños. La educación física me demandó mucho. Tuve una sola hija y ahora se fue lejos”, expresó con orgullo que es pediatra y neonatóloga y a pesar de no verla seguido, es una prospera profesional. 

Ramón Vidal camina las calles de Bella Vista siendo reconocido por muchas generaciones de alumnos que lo saludan con cariño. Hoy continúa sus actividades en el Rotary Club y en la Iglesia Virgen del Carmen dando charlas pre-bautismales. Siempre ligado a valores cristianos de respeto y lazos de familia. Goza de muy buen humor. Es obligatorio para todo nuevo estudiante del Profesorado de Educación Física, que en la actualidad se dicta en el Instituto de Formación Docente de Bella Vista, saber quién es el Profe Vidal.

Contenido provisto por: Magalí Vargas Cossi
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