“Querido San Roque, en la vida cotidiana de los hombres y de los pueblos, resaltan siempre lo real y lo ficticio, sueños vivencias, paisajes, costumbres y tradiciones que se van formando poco a poco en un mundo mágico donde los recuerdos van y vienen como bandadas de pájaros trayendo las historias del pasado, los recuerdos de la niñez, los duendes del alma que siguen regresando sobre torrenciales realidades. Soy como un pájaro escalando el viento, de la nostalgia. Por eso, vivo abrazada a las vivencias de la niñez y adolescencia, y a la imagen de un pueblo que me abrazó con su belleza y su historia tan dulce y a veces tan amarga. Recuerdo siempre los paseos que solíamos realizar con mis padres y mis hermanos en los atardeceres, casi siempre recorriendo el camino al puente carretero, las tarde de mates donde yo me extasiaba al mirar el Río Santa Lucía”, expresó Marta Avalos Ugalde.

«Algo que recuerdo siempre es lo que me pasó cuando tenía doce años. Venía yo caminando a dos cuadras de la estación y de pronto, apareció alguien que me decía ´¿Cómo es su gracia?, ¿ cómo es su gracia?´. Yo sentí tanto miedo que salí corriendo, tuve que atravesar un pasadizo y del terror que tenía me enganché la ropa y no podía pasar. En eso se acercaba un policía a caballo y me socorrió, pero yo lloraba tanto, tanto que se asustó el pobre hombre. Yo al sentirme libre, salí corriendo y llorando a gritos. Cuando les conté a mi mamá y a mis hermanos se reían a carcajadas de mi. Los recuerdos, como digo siempre, son una feroz carcajada que hacen doler la vida y otras llenan de amor los rincones del alma«, recordó la escritora.