Dany Pacheco, el escritor godoicruceño que desafió los métodos y triunfa en Amazon

Es autor de 14 novelas y tiene un largo recorrido en el arte de la literatura.

Dany Pacheco es escritor. Hasta ahí puede ser uno más, pero no lo es. A lo largo de su vida ha firmado más de diez libros. Algunos de ellos con su nombre, otros con seudónimo.

Pero eso no es lo único que lo diferencia de muchos otros. Sus libros se venden en Amazon y uno de ellos se ubicó recientemente entre los 40 primeros en México. La última de sus obras, que trata de un mundo apocalíptico, ya tiene en marcha una posible película.

En su casa del barrio Trapiche, Dany trabaja en sus novelas, planea su futuro e imagina la vida de otros; de sus personajes, de sus historias.

Él mismo cuenta que la vida lo llevó a ser escritor: de chico la pelota lo esquivaba a tal punto que tenía un uniforme de árbitro y no de jugador. La vida lo llevó a una librería de Godoy Cruz -cerrada hace unos años- y a través de las revistas Tony se enamoró del dibujo y la escritura.

—¿Quién es Dany Pacheco? ¿Cómo te describirías?
—Soy un escritor y productor de documentales godoicruceño de 43 años que, salvando algunos años que viví en Capital y otro tiempo en Centroamérica, siempre he vivido en el barrio Trapiche.
Me defino como una persona que, gracias a Dios, ha tenido la fortuna de ser quien quiere ser; con todo lo que ello implica.

—¿Realmente tus padres te regalaron un equipo de árbitro cuando eras chico?
—En casa no éramos pobres, pero tampoco teníamos la súper economía, entonces me vistieron de árbitro con lo que tenían en casa. De hecho, en la foto salgo con zapatos de la escuela, camisita y pullover.
La foto me gusta mucho porque tengo un vago recuerdo: una de las hermanas de Edgardo, que es mi amigo de la foto, me decía que yo no podía sonreír porque se suponía que era árbitro. Así que ensayé mi más terrorífica cara de malo; la risa de Edgardo lo dice todo.

—Gran parte, por no decir casi todos los escritores, tienen un método de trabajo. Algunos comienzan por el final, otros lo hacen sin saber cómo termina, algunos deben tener algo sí o sí en su mesa… ¿Cuál es tu caso?
—En el caso de las novelas, siempre se me viene a la mente la idea básica y el final. Muy rara vez se me ha ocurrido una idea sin saber cómo va a terminar. Es más, en varias ocasiones el disparador para escribir es el final que me vino a la mente. De ahí, automáticamente llega el principio y no tan automático va apareciendo el desarrollo.
En el 90% de los casos me siento frente a la PC sin saber con qué la voy a llenar. Tengo el principio, el final, y en el medio voy viendo. Esa manera de escribir tiene ventajas y desventajas.

—¿Cuáles son tus escritores favoritos?
—Me gusta mucho la obra de John Grisham cuyas novelas tratan de juicios, tribunales y demás. Agatha Christie también me fascina. Aunque no tienen nada que ver con lo que yo hago.
Me gusta leer ese tipo de cosas, sin embargo no me nace escribir nada de ese estilo, porque lo he intentado y me aburro. Mi mente vuela para los mundos imaginarios y la mitología, no la realidad. Leo también fantasía de adolescentes, porque escribo para ellos.

—Si estuvieras en una isla desierta, ¿qué libros te gustaría tener con vos?
—Yo me llevaría “Grandes Autores del Crimen y Misterio”, que es una colección de 1984. Ando detrás de una completa hace años. Son algo de cien libros con las novelas de George Simenon, Agatha Christie y muchos más.
No sé cómo llevaría cien libros a una isla desierta, pero en los mundos que escribo es posible; debe ser por eso que me gustan.
Más de uno debe estar pensando ‘Gordo, llévate una tablet’, pero ese aparato satánico no es una opción… Las obras de Mario Benedetti también me las llevo, aunque varios de sus textos casi que me los sé de memoria. Después de leerlo, nada de lo nuevo que editan me apasiona.

—En Mendoza o incluso en Argentina, ¿se reconoce al escritor?
—Se reconoce al escritor si desde el exterior afirman que es bueno o si se muere, de lo contrario es difícil. La mayoría piensa “¿cómo va a ser escritor éste si compra la lechuga en la verdulería del Richard?”. Se supone que el talento tiene que ser de afuera. Pasa en todas las artes.
El mayor detractor que existe es el vecino y más en mi caso, que autopublico mis libros. En la mente retrógada de mucha gente está la idea de que si no pasás por una editorial tu trabajo no sirve. Esa es la mayor burrada que existe, pero es propio de personas mayores que no suelen adaptarse con facilidad a las nuevas formas de trabajo.
Yo, por ejemplo, tengo 14 libros publicados y nunca envié nada a una editorial. Existen personas que autopublican su libro porque las editoriales los rechazaron y otros que publicamos de esa manera por convicción. Tiene que ver mucho con cómo concibas la libertad, que es el bien más preciado del ser humano.

Tres personas en un solo autor

Durante mucho tiempo usaste los seudónimos Bastian St. Claire y C.D. Pach. ¿Alguna razón para elegirlos?
—En un principio comencé como Daniel Pacheco, pero la gente me preguntaba: “¿Vos sos el gerente de la Rock and Pop?” y tenía que explicarles que no, que yo era el pobre. Debería haber firmado cheques a nombre del Daniel Pacheco exitoso.
Después lo resumí en Dany Pacheco y así arranqué. En ese tiempo escribía ensayos teológicos cristianos, de eso hace diez años atrás…
En un momento recibí el consejo de un consultor literario que me dijo que Dany Pacheco sonaba a narco mexicano y que lo cambiara. Ya en ese tiempo tenía alguna novela y se venían las traducciones al inglés. Para un mercado internacional era mejor no parecer “latino”, por lo que elegí otro nombre.
Me inventé Bastian St. Claire y así edité varios libros, pero no me sentía cómodo, así que volví a llamarme Dany Pacheco y así vendo hoy. Lo de C. D. Pach. fue porque, más adelante en el tiempo, comencé a escribir novelas, entonces separé los ensayos antiguos y los reedité con ese seudónimo para separar mi vieja carrera de la actual. Fue así que tengo 14 libros, con tres seudónimos diferentes.

¿Qué tipos de novelas te caracterizan? Porque has escrito sobre ovnis, exorcismos y nazis y ahora sobre un mundo apocalíptico con Disinfecter, pero también relatos de la vida cotidiana como en «Mi sentir y sus adyacencias»
—Es curioso lo que voy a decir, pero los ovnis, los exorcismos y los nazis se juntan en un punto: las tres cosas se relacionan con demonios influenciando al ser humano.
Podés decirles entes del bajo astral, demonios, seres interdimensionales, etcétera, el nombre da igual, en realidad es todo lo mismo. Si hablás con algún miembro de alto grado de una sociedad secreta te lo puede a confirmar. Tiene que ser un miembro de alto grado, en los primeros son un club social. Por eso los libros son de temáticas variadas, pero siempre rondan sobre lo mismo: la influencia negativa de ciertas fuerzas en el ser humano. Llamale «el bien y el mal» si querés… No soy un erudito, pero de eso sé bastante.

—Y con “Disinfecter” también las cosas van por ese lado. Es un mundo post apocalíptico, que tiene mucho que ver con el famoso Nuevo Orden Mundial. Cierta info que me llegó la escribí como ficción; veremos si el futuro es cómo se plantea en la novela…
En lo inherente a mi último libro de relatos llamado “Mi sentir y sus adyacencias”, era una materia pendiente que tenía. Escribo sobre lo que he visto, tanto en Mendoza, como en El Salvador, país donde viví en 2009 y 2010. Algunos relatos son tan locos que parecen inventados, sin embargo, son reales. También hay historias ocurridas en Godoy Cruz; espero que la gente pueda leerlas porque se pueden sentir representadas.

—¿Se puede vivir siendo escritor desde Mendoza?
—Se puede vivir, pero es muy difícil. Comencé imprimiendo libros en una editorial local muy buena, la de los Sequeira. Por mis propias limitaciones tuve problemas con la distribución y me quedé con cajas de libros adornando mi casa. 
Ocurre que Mendoza tiene pocas librerías, el mayor flujo de ventas está en Buenos Aires y se complica. Además no soy un autor famoso. Me di cuenta que, en mi caso, ése no era el camino así que me especialicé en vender digitalmente. Tiene sus ventajas porque puedo vender barato y gano con la cantidad.
Además, vendo libros en papel y Amazon imprime de a uno, no teniendo que pagarlos de mi dinero sino que lo restan del precio del libro. Eso es muy bueno y amplía el mercado, que ya no es Mendoza si no el planeta.
Cuando escuchen “gana dinero mientras duermes” se refiere a esto. Yo nunca me imaginé vender libros en  Estados Unidos, México o España y con Amazon pude hacerlo.
Ahora viene la parte negativa, al menos para los argentinos: todos te sacan dinero, desde el gobierno de USA que te come el 30 % hasta las diferentes plataformas que tenés que usar para traer tu dinero a Mendoza. Ejemplo: trabajaba con una plataforma de ventas yankee, ahí me quitaban el 30 % en impuesto, tenía que enviar los dólares a Paypal, de ahí a Nubi y de Nubi a un banco tradicional. Todos esos ganaban comisión antes que yo. Además están las distancias y la falta de convenios internacionales que hacen encarecer los libros si los quiero traer en papel. Un libro impreso que sale 5 dólares a mí me sale 15… Después de una cierta cantidad, en la mayor parte del mundo el envío es gratis, hasta acá no. Por ello me pido uno o dos para chequear que todo esté bien y de recuerdo y me salen una fortuna. Aparte está el Estado nacional que te quita tus dólares o tus euros y te da pesos.
Hasta el día de hoy no entiendo cómo se permite tal práctica. Si quisiera recuperar mis dólares tendría que pagarlos más caros y comprar de a 200 por mes. Me parece injusto teniendo en cuenta que yo ya tenía dólares. No es un defecto del gobierno de turno, me pasa desde que escribo. Por eso se dificulta vivir de esto, se queda mucho dinero en el camino, no obstante, se puede porque las ventas son mundiales.
Si algún lector quiere iniciarse en el negocio lo puedo ayudar así no tiene que padecer lo que yo padecí para aprender a maquetar, a diseñar las tapas, a llenar formularios de impuestos extranjeros, etcétera.

—Leí que te enamoraste de la escritura con las Tony en una librería de Godoy Cruz. Te debe haber dolido cuando cerró, no son muchas las librerías de ese estilo…
—Me dolió muchísimo cuando me enteré que cerraba la librería “Pirámides”. Tengo muchos recuerdos frescos de cuando iba con mi viejo y cada vez que paso por la puerta no puedo evitar sentirme un poco culpable. La librería cerró justamente por las ventas y pirateo de libros digitales.
En el último tiempo vendía libros casi regalados para agotar el stock y por eso no fui. Era como aprovecharse de una mala situación. La extraño y si pudiese cerrar los ojos y pedir un deseo, sería ése; que la librería reabra.

Contenido provisto por: Daniel Calivares