David Fernández, el chico que convirtió a los botines rojos en un símbolo del Tomba

Para ningún hincha de Godoy Cruz pasa inadvertida esta historia.

David Fernández no es un nombre más para los hinchas de Godoy Cruz. Este jugador, surgido en las divisiones inferiores del club, le dio al Tomba una de las alegrías más grandes de su historia, aunque en lugar de tener un relato heroico tiene ribetes cómicos.

En la temporada 2008 el Tomba estaba jugando en la B Nacional junto a Independiente Rivadavia, su clásico rival de la provincia. El fixture indicaba que Godoy Cruz y la Lepra debían enfrentarse en partidos de ida y vuelta, pero sin público visitante, para evitar problemas entre las hinchadas.

El primer partido fue en el estadio Malvinas Argentinas, donde Godoy Cruz hace las veces de local, y el segundo en el estadio Bautista Gargantini de los azules.

Un asalto que cambiaría todo

La noche previa al primer partido ocurrió un episodio que cambió para siempre la historia entre estos dos clubes. La utilería de Godoy Cruz sufrió un extraño robo, en el que se llevaron los botines de los jugadores.

Fiesta en Godoy Cruz, con los botines como invitados.

A raíz de ello, jugadores y dirigentes debieron salir de urgencia a comprar calzado a un conocido shopping mendocino y David Fernández eligió unos llamativos Adidas rojos.

Ese día, este juvenil convirtió dos goles en el triunfo 3 – 2 y ya parecía un cuento de hadas, aunque faltaba el partido de vuelta. De visitante, en una cancha más chica que el estadio provincial, esperaban abarrotados los hinchas de Independiente que querían la revancha.

La historia detrás de los botines rojos

«En el partido de vuelta me tocó ir al banco de suplentes, tenía unos botines negros y me dice el utilero que me ponga los rojos, porque les había echado agua bendita», contó Fernández y agregó: «Mi amigo Fernando Cámara me dijo también que me los ponga, porque tenía que hacer el gol con esos botines».

En el entretiempo, David se puso los botines rojos. «Me tocó entrar y en un centro cruzado en el área, la baja Marcos Barrera y estoy en la línea para empujarla», recordó el jugador y advirtió: «Todos pedían offside, miro al línea y veo que sale para la mitad de la cancha. Se me cae el mundo encima».

«Corrí hacia una esquina y lo primero que hice fue sacarme el botín y besarlo», sintetizó David.

El «Fideo» -apodo que tenía en aquel momento por su delgadez- recuerda ese gol como el más importante de su carrera. Tanto es así, que decidió inmortalizarlo en su piel y lo luce en el brazo.

El tatuaje de David
Contenido provisto por: Rodrigo Olmedo