Una maipucina cumplió 100 años y reveló su secreto: «Soy muy feliz en este mundo»

Eulalia Aranda cumplió un siglo en plena pandemia y su vida es un fiel ejemplo de lucha y superación.

Afuera el mundo es un caos, pero en el interior de la casa de los Echeverría Aranda sobran los motivos para celebrar. Es que Eulalia Gregoria cumplió 100 años en plena pandemia y, a pesar de que recibió varios golpes, su amor por la vida y el afecto de su familia fueron el motor para no dejarse vencer. 

Eulalia Aranda nació el 9 de septiembre de 1920 en Luján de Cuyo, se crió en Tunuyán y vivió en San Martín. Pero la mayor parte de su vida la pasó en Maipú. 

Se casó y junto a su esposo, Martín Echeverría, tuvieron ocho hijos: Raúl, Andrés, Nilda, Ernesto, Armengol, Luis, Dolores y Perla. Para mantenerlos, él trabajaba en el campo y ella cuidaba de los niños. 

En 1953 se instalaron en la Ciudad de Maipú donde montaron el tambo “El Vasquito”, el que atendieron juntos durante años. Tiempo después, en 1967 se mudaron al distrito de Lunlunta, donde Eulalia vive actualmente. 

Sus hijas la describen como una mujer luchadora y enamorada de la vida. “Los recuerdos que yo tengo de mi madre son los mejores. De criar una familia con tantos hijos a quienes les dio una simple, pero valiosa educación. Nos enseñó valores que se han perdido, pero los agradezco”, contó Perla, la hija menor de Eulalia, a Noticias d. 

“Trabajó toda la vida junto a mi padre, sin embargo siempre tuvo tiempo para nosotros. Además del cariño, siempre se hizo un espacio para ayudarnos con las tareas o con lo que necesitáramos”, resaltó la mujer. 

Y rescató: “Es una dicha y una bendición para nosotros tenerla bien. Tiene 100 años pero está muy bien de salud, nos conoce, se acuerda de todo”. 

El amor por la vida, su secreto

Eulalia Gregoria no tuvo una vida fácil. Por distintos motivos perdió a su marido y a cuatro de sus ocho hijos. Pero sus ganas de vivir le dieron fuerzas para salir adelante y hoy es un ejemplo para sus hijas, nietos, bisnietos y choznos nietos. 

La maipucina está bien física y emocionalmente. Camina con ayuda de un andador, está ubicada en tiempo y espacio, y disfruta de cada día de su vida como si fuera el último. 

Llegar a su casa es una alegría, porque nunca está triste. Siempre está feliz, es muy positiva y nos da el ejemplo de entereza, de que se puede salir adelante”, contó Perla. “Es maravillosa y admiro su espíritu”, agregó su hija. 

Veo el mundo muy bello, adoro la vida y no quisiera morirme nunca”, dijo Eulalia en diálogo con el sitio. 

“Soy muy feliz en compañía de mi familia, de todos los que me quieren y los que no también. Agradecida a Dios de todos los días que vivo y de los que me cuidan”, comentó la centenaria. 

Y añadió: “He criado una hermosa familia, me han llevado a algunos, pero los que me quedan me quieren, me cuidan y estoy muy agradecida de la vida”. “He visto las cosas buenas, las cosas malas, las alegrías, los sinsabores pero sigo siendo feliz cada día que me levanto”, dijo.  

Desde siempre a Eulalia le gustó el cine y el teatro, y soñaba con ser artista: “Me hubiese gustado haber sido uno de ellos pero tomé otro camino, ser madre de familia. Sin embargo no me olvido lo que a mí me gustaba en la vida y no lo pude conseguir porque la situación no daba”. 

“La vida es muy bella, porque Dios nos ha dado toda esta belleza para que la disfrutemos y la vivamos, pero hay que saberla vivir y quererla. Soy muy feliz en este mundo”, expresó Aranda con alegría. 

Contenido provisto por: Rocio Sileci
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