El encuentro contó con stands de promoción, mesas de degustaciones, encuentros de negocios y disertaciones de especialistas.
La ciudad de Posadas fue la sede de la «Expo Té Argentina», en la que la infusión argentina mostró todo su potencial al cumplirse 100 años de la llegada de la primera semilla a la provincia de Misiones.
El encuentro -que se llevó a cabo durante los tres últimos días en el Centro de Convenciones de la capital misionera- contó con stands de promoción, mesas de degustaciones, encuentros de negocios y disertaciones de especialistas.
Uno de los especialistas que participaron en la expo, el sommelier Horacio Bustos fue el encargado de hablar sobre el «Agua y el Té», dos elementos centrales para lograr una buena infusión.
«Hay 3 tipos de aguas, agua mineral natural es un agua que se envasa en el lugar de origen, agua mineralizada que hay muchas conocidas en el mercado y que pueden ser minerales con agregados de minerales, o aguas que pueden ser potables con el agregado de minerales», detalló Bustos, tras lo cual descartó que las aguas sean insípidas: «El agua tiene un sabor y se puede catar».
«Normalmente en Argentina las aguas son de media y baja mineralidad. Para hacer té se pueden usar todas, pero las más convenientes son las que tienen menor mineralidad», aseguró el sommelier en diálogo con Télam.
En lo que respecta al té en sí mismo, dijo que hay que saber qué «característica» tiene cada uno, para poder sumar a la elaboración de la infusión la temperatura que debe tener el mismo.
«Hay 6 tipos de té: blanco, verde, amarillo; oolong (wolóng; también conocido como té azul), Heicha, que es un té fermentado, y el tradicional té negro, que es el más producido en el mundo», enumeró
En cómo hacer por ejemplo un té blanco, Bustos indicó que la temperatura debe ser de entre «75°- 80° grados».
«El té blanco donde más se produce es en China y en Argentina», destacó el sommelier, que alentó además a los productores a que lo elaboren y que no se queden solamente en el té negro y verde.
En cuanto al té amarillo, Bustos dijo que se produce esencialmente en China, en las provincias de Anhui y en Hunan; mientras que el Oolong, o té azul, puede incluso contar con una temperatura de entre 80 y 90 grados.
Por último, subrayó que el té negro explica el «75% de la producción mundial y es el más consumido en el mundo».
En la Argentina el té negro explica alrededor del 94% de la producción total de este tipo de infusión que existe en el país, con la provincia de Misiones como principal centro de elaboración.
Otro expositor del encuentro, Ryan Hollibaugh, de la Escuela de Té Pei Chen Tea Palace, advirtió que uno de los problemas que enfrenta el sector es que los pequeños productores tienen poca «rentabilidad» frente a las grandes industrias.
«Ellos tienen sus tierras (por las grandes industrias), siempre van a estar bien, el té argentino no está en peligro de extinción, va a seguir; el que peligra es el que heredó de sus antepasados alrededor de 30 hectáreas y que hoy en día si no tienen la plata para arrancar el té, que es muy caro, tienen que vender la chacra o deshacerse de esa pérdida año tras año», describió el especialista.
«Podemos hablar todo el día de la tecnología y de que hay nuevos tractores, nuevos cosechadores; nuevos fertilizantes y nuevos químicos para matar ácaro rojo y lo que sea, pero cuanta más tecnología implementas menos intervención humana en ese producto vas a necesitar», remarcó.
«Entonces vas a ir eliminando empleos uno tras otro como sucede con la yerba. Es algo natural que ocurre en todas las industrias alrededor del mundo en todos los países no es algo que solo le pasa al té. Pero está pasando», dijo el profesional al realizar una defensa de los pequeños productores y sobre la necesidad de mantener la calidad de la producción en su elaboración originaria como agregado de valor.
Por último, especialistas del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) pusieron el foco en el desarrollo genético del té y el trabajo realizado en el país desde el momento en que llegaron a Misiones las primeras semillas, un siglo atrás.
Fuente: Télam
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