A 55 años de la peor tragedia de la historia de YPF

Murieron 14 trabajadores luego de la explosión de colectivo que trasladaba a 35 obreros. Ocurrió el 27 de enero de 1966.

El colectivo Bedford transitaba por una picada en pleno desierto al sur de Catriel, Río Negro. Volvía a Cutral Co, Neuquén, con 35 obreros de YPF luego de una larga la jornada de trabajo.

Eran las 20:40 del 27 de enero de 1966. Hacía calor, el sol caía sobre la meseta. El chofer Isaac Astorga se detenía sin falta en cada puesto para levantar a los trabajadores que volvían a casa. Subían con bultos de ropa y recipientes con agua. A nadie le llamó la atención ese pequeño tambor cubierto por arpillera que quedó cerca de uno de los asientos, hasta que el bamboleo ocasionado por el camino irregular hizo que el contenido se volcara.

Se prendió un cigarrillo y el fósforo encendido fue arrojado al piso. Hubo una explosión. Surgieron llamas por todas partes. Muchas de ellas obstruyeron la salida y nadie pudo abrir la puerta de emergencia. Todos trataron instintivamente de salir de allí, sin lograr más que acrecentar la confusión e impedirse mutuamente el paso.

El encargado del contingente de obreros había solicitado dos vehículos para realizar el viaje de los mismos hasta Neuquén, pero solo llegó uno. Esto obligó a realizar el trayecto en una situación de amontonamiento que hacía aún más intolerable ese viaje, en un día de calor muy agotador y luego de una jornada de trabajo de más de 12 horas

La empresa tiene terminantemente prohibido el transporte de combustible o cualquier material explosivo en los ómnibus que conducen a los obreros. Sin embargo, alguien, sin pensar que ese hecho podría llegar a desatar tan terrible tragedia, llevaba bajo su asiento una lata con varios litros de nafta.

Un poblador llegó inmediatamente en su caballo hasta el lugar del accidente y colaboró durante algunos minutos con los trabajadores que habían logrado salir ilesos del ómnibus fatal, procediendo de inmediato a dirigirse hacia Neuquén para dar parte del hecho. Asimismo, un automóvil que pasaba par el lugar, pudo transportar a los heridos que se consideraba más graves hasta la capital de la provincia y avisar también a las autoridades.

Costó individualizar los cadáveres carbonizados y aún humeantes que despedían un olor difícil de soportar, lo que motivó a que debieran derramarse innumerables baldes con agua sobre ellos. Las primeras identificaciones se hicieron en base a quienes se habían salvado, deduciéndose a quién pertenecía cada cuerpo. Al final, murieron 14 de los 35 trabajadores.

El velatorio y posterior entierro dio lugar a una singular expresión de congoja popular. El presidente de YPF, Facundo Suárez, así como otras altas autoridades de la empresa estatal, estuvieron presentes junto a miembros del Poder Ejecutivo provincial de Neuquén y Río Negro.

Contenido provisto por: Cecilia Irina Kobryniec