La orilla del río ofrece un escenario ideal para la práctica del yoga. La paz y tranquilidad que transmite el contacto con la naturaleza marida a la perfección con esta práctica ancestral que combina el ejercicio físico con la meditación y la relajación.

El impacto del yoga en el cuerpo

Según prestigiosas fuentes como la revista Restorative Neurology and Neuroscience o la International Journal of Yoga, la práctica de esta actividad extendida a nivel mundial mejora la salud del corazón, reduciendo el riesgo cardiovascular; es beneficioso para la artritis, al reducir síntomas como la inflamación de las articulaciones, y alivia el dolor de espalda y mejora la flexibilidad, ya que mejora la corrección postural y otorga fuerza a los músculos.

En el mismo sentido, practicar yoga de manera regular y consistente reduce episodios de incontinencia urinaria, a partir del fortalecimiento del suelo pélvico; facilita el control de la hipertensión, como terapia complementaria; previene el sobrepeso, ya que ayuda a quemar grasas, y logra una reducción de secuelas del cáncer, como mujeres tratadas con cáncer de mama que vieron reducida su fatiga e inflamación tras la práctica de esta actividad física.

El impacto del yoga en la mente

Además de los múltiples beneficios del yoga en el aspecto físico, también nos ayuda en lo psicológico y anímico. Está especialmente recomendado para quienes sufren estrés, ansiedad o depresión. Asimismo, es ideal para quienes buscan desarrollar su parte espiritual y cambiar sus hábitos de vida por otros más sanos, tal como reza el viejo axioma latino “mens sana in corpore sano” (mente sana en cuerpo sano).

En el plano más técnico, ayuda también a generar melatonina, una hormona que regula el sueño y la vigilia, por lo que contribuye a mejorar el descanso nocturno, según un estudio de la Universidad de Texas (EE.UU.).

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