Libros Libres: una propuesta para que todos accedan a la lectura

Julieta, una vecina de la ciudad, creó una casita llena de libros en Falcón, entre Las Heras y Balcarce. Aquellos que pasan por el lugar pueden llevarse un libro y dejar otro.

Julieta es una vecina de la ciudad que hace 10 años se encontró con una idea novedosa y que no existía en la ciudad: una casita con libros en la vereda. De esta manera las personas que pasen por allí, pueden llevarse un libro y dejar otro.

En dialogo con Noticias d, contó cómo surgió la idea y el funcionamiento, siempre apelando a la responsabilidad de los lectores.

-¿Cómo se te ocurrió la propuesta?

-La idea surgió hace unos 10 años cuando estaba caminando cerca del Planetario en Rosario donde había una casita con libros que decía: “Lleve uno, deje otro”. Había libros muy bonitos, pero no me pude llevar ninguno porque no tenía otro libro para dejar.

A partir de ahí, me puse a investigar y encontré algunos artículos periodísticos que explicaban de donde venía el proyecto. Un chico tenía la idea de hacerlo, pero desafortunadamente fue asesinado por la policía. Por eso, su papá decidió llevar a cabo el proyecto de su hijo como una manera de recordarlo y hacer un poco de justicia de la acción solidaria de su hijo.

Pedí muchas veces libros. Pensé en llevarlo adelante en la biblioteca de una escuela o poner la casita en la puerta de la escuela. Pero por una cosa u otra, nunca me daban los tiempos.

Este año, como no tuve que ir a la escuela y estuve en casa, empecé. Tenía las cajas con los libros que ya me habían traído en oportunidades anteriores entonces dije: «Bueno. ¡Que buen momento!». Porque se nota la diferencia y la falta de acceso de algunas personas y los libros están carísimos. Entonces empecé a buscar una mesita de luz y empecé a pensar cómo hacer la casita. Lo primero que hice fueron las redes sociales porque de alguna manera, eso me iba a presionar para ponerlo en la calle y hacerlo.

-¿Cuáles fueron las primeras reacciones de las personas?

-Lo primero que empezó a pasar es que me escribieron a Facebook para donar libros. Ahí acordé diferentes horarios por privado para ir a retirarlos. La primera tanda fue de libros muy viejos del club de lectura. Había material muy valioso de reconocidos autores del año 45 o 47. Aunque la idea no era esa, hice una selección para que sea atractivo desde un primer momento.

A partir de ahí, la gente empezó a donar libros bellísimos, super valiosos y de autores hermosos: Cortázar, García Márquez y muchos otros. Me parece que la gente empezó a entender que, a pesar de que les tengan mucho cariño a los libros, le están dando la posibilidad de leerlos a otras personas. Saben que todos los libros que donan son para un buen destino.

¿Y qué sucedió cuando la gente empezó a buscar sus libros?

-La verdad que pasaron situaciones muy lindas. Por ejemplo, en un primer momento cuando saque la casita, una mujer pidió por Facebook el libro El Principito y al ratito vino un señor y lo trajo. Dije: que lindo que pasen estas cosas. Pero resulta que la señora vino desde lejos, desde el barrio del Santuario y el libro ya no estaba. Le terminé dando uno mío pero me quedé pensando en que esa no era la idea, las personas no tienen que venir de lejos.

Por eso, la idea es replicarlo en diferentes barrios, que a la gente le quede de paso, que lo agarre en algún lado y lo pueda dejar en otro. Así que empecé a publicar esta idea, algunas personas que querían replicarlo me escribieron por privado en Facebook. La próxima casita va a ser en frente de la Comisaria de la mujer, otra en el kiosco de la Plaza Mitre y también me escribió una chica de La Emilia. Libros siguen llegando todos los días así que material no va a faltar y la idea también es que la gente se habitúe con el tiempo a dejar uno y llevar otro.

-Seguramente habrá algunas historias lindas para destacar, ¿Te acordás de alguna?

-Hasta ahora hubo historias hermosas y muy gratificantes. Por ejemplo, un trabajador que viene en moto cuando sale de trabajar para buscarle libros a su hija, que ya ha devuelto y se llevó de nuevo. A veces me golpea la puerta para preguntarme qué le puede llevar porque él no sabe. También una mujer embarazada que ya es la tercera vez que se lleva novelas, las lee en dos o tres días, así que está super agradecida. Hay mucha gente que los devuelve, eso empezó a funcionar muy bien.

-¿Funciona como una biblioteca en donde anotas quién se lleva qué libro o apelan a la responsabilidad de los lectores?

-La casita está afuera. La saco a las 9:30 y la vuelvo a entrar a las 19:30. Pinté en el piso unas huellas por el distanciamiento social y hay alcohol en gel adentro de la casita. La gente pasa y se lleva uno y deja otro o se lo lleva y después lo devuelve. Así que eso queda a conciencia del lector.

Por eso es una tranquilidad que la gente haya traído muchos libros porque eso asegura que no van a faltar. Hay mucha responsabilidad. Por ejemplo, una chica de barrio Avamba’é, me preguntó si se podía llevar cuatro porque vivía lejos y le expliqué que se los podía llevar pero que estaba impidiendo que otros los lean. Ella me dijo que al estar lejos, se comprometía a traer cuatro suyos. Al otro día me golpeó la puerta y me los dejó.

La gente está siendo muy responsable y desmitifica un poco eso que se piensa de que la gente no lee, o no lee cosas buenas. Acá ponés un libro de Isabel Allende o García Márquez y no dura ni 10 minutos. Eso demuestra que hay un problema con la accesibilidad y no con los lectores.

Cómo contactarte con Libros Libres

En Facebook nos pueden encontrar como Libros Libres. Allí me escriben por privado y siempre contesto. También estoy en Instagram como Minibiblioteca pública.

Contenido provisto por: Lucas Giménez