Cuando el Sol se encuentra en el período llamado Actividad Máxima Solar puede eyectar una onda de radiación y viento solar. Dependiendo del lugar en que impacte a nuestro planeta, puede provocar peligrosas tormentas solares o bien un fenómeno tan maravilloso como inofensivo: la aurora polar.

La encargada de amortiguar el impacto de las ondas solares es la magnetósfera, una capa que recubre la Tierra gracias a nuestro campo magnético. Las partículas cargadas (protones y electrones) de esas ondas son guiadas por el campo magnético de la Tierra e inciden en la atmósfera cerca de los polos. Cuando esas partículas chocan con los átomos y moléculas de oxígeno y nitrógeno, parte de la energía de la colisión perturba a esos átomos y moléculas, llevándolos a estados excitados de energía.

Al cabo de un tiempo muy pequeño, del orden de las millonésimas de segundo o incluso menor, los átomos y moléculas vuelven al nivel fundamental y devuelven la energía en forma de luz. Esa luz es la que vemos desde el suelo y denominamos “auroras”, detalla el sitio especializado de Ushuaia museomaritimo.com.

Las auroras ocurren típicamente entre los 95 y los 1000 kilómetros de altura. Se mantienen por encima de los 95 km porque a esa altitud la atmósfera es tan densa y los choques con las partículas cargadas ocurren tan frecuentemente que los átomos y las moléculas están prácticamente en reposo. Por otro lado, las auroras no pueden estar más arriba de los 500-1000 km porque a esa altura la atmósfera es demasiado tenue –poco densa– para que las pocas colisiones que ocurren tengan un efecto significativo.

La diferencia entre la aurora austral y la boreal

Las auroras tienen diferentes nombres según el lugar en donde se observan. Así es como se le llama aurora boreal cuando se observa este fenómeno en el hemisferio norte y aurora austral cuando es observado en el hemisferio sur, como las que pueden disfrutarse desde el cielo de Ushuaia. Pero no hay diferencia alguna entre ellas.