Nair Batallini, percusionista santotomeña: “Creo que los niños son la semilla del futuro”

Hace percusión desde que era muy chica. Es fanática de «La Sole» y actualmente está a cargo del Taller de Percusión Municipal para chicos. Conocé su historia.

Nair comenzó de muy chiquita a hacer percusión, sin saber dónde terminaría, siempre siguiendo sus sueños. Fanática de “La Sole”, de pequeña dijo a sus padres que quería un instrumento para hacer percusión. Empezó bien alto, dirigiendo orquestas integradas por adultos siendo apenas una preadolescente.

Hoy, tiene a cargo el Taller de Percusión Municipal e integra la agrupación “Chamamé Kuñá”, que busca darle a las mujeres artistas de Corrientes un rol más participativo y activo en términos ejecutivos, artísticos y de gestión.  

—¿Cómo nace tu amor por la percusión?

—Mientras comíamos en familia, golpeaba la mesa con cucharones. Un día, cuando tenía 9 años, mi papá, me sorprendió regalándome mi primer instrumento, un bombo legüero. Inmediatamente empecé a tomar clases en la Banda Municipal de Santo Tomé, en el año 1999. Primero fui bastón mayor, empecé dirigiendo, luego pasé a primer tambor y después a primer redoblante.
Artísticamente me dicen “Chili”, es el apodo del percusionista de “La Sole” y es uno de mis referentes.

—Vemos que tu primer bombo tiene impreso tu nombre…

—Sí. Tiene una caja de madera de ceibo, es un instrumento clásico. Con los años, entre peñas y peñas, me hice muy amiga de Maxi Arce, músico del grupo “Alumbre” de Santo Tomé, él me dio la idea de ponerle mi nombre a mi primer bombo. Mi papá me decía que no le hiciera nada al instrumento porque podía variar su sonido, pero le expliqué que eso es relativo, que no se preocupara.

—¿Quiénes fueron tus primeros maestros, los que te ayudaron a dar los primeros pasos?

—Cuando entré a la Banda Municipal, conocí a Don Carlos Lovera y “Chacho” Hart. Ellos dirigían la banda en ese momento y el primer día me preguntaron qué instrumento sabía tocar. “Ninguno”, les dije. Y Don Carlos me preguntó si me animaba a marcar el tiempo. Le dije que sí, sin saber que marcar el tiempo significaba llevar el compás de la banda, dirigir la percusión e ir marcando tanto la armonía como la melodía. Así fue como empecé directamente como “Bastón Mayor”.

—Hay que tener oído para eso…

—Sí. Y aprendí también que los movimientos del bastón es en realidad un código entre quien dirige y los músicos. No hay una ciencia para eso, son movimientos que ejecuta el bastón mayor y, con los ensayos, los músicos saben leerlos.
El maestro Don Carlos me daba videos y me prestaba el bastón para que lo llevara a mi casa. Recuerdo que pasaba horas enteras ensayando los movimientos. Me pedía también que inventara piruetas, así decimos a las diferentes figuras en el aire que se suelen ver en los directores de orquesta.

—Y después de eso, ¿cómo seguiste?

—Pasé a tocar el tambor. Porque a mí, como te dije, me gusta la percusión. Primero aprendí las marchas militares, Himno Nacional, Aurora, etc. Hicimos muchos viajes y conocí mucha gente.

—¿Fuiste la primera percusionista de Santo Tomé y quizá hasta una de las primeras de la región?

—De Santo Tomé, sí. De la región no creo. Con los años intenté seguir mejorando, aprendiendo, perfeccionando los golpes, la teoría. Es mi pasión.
Para los grupos de folklore de la zona era novedoso ver a una mujer haciendo percusión. Me invitaron de muchos lugares a tocar, hasta una banda de Paraguay.

—Participé de festivales, shows y eventos en distintas ciudades. Integré grupos de chacareras, chamamé, siempre tocando el bombo. Hay mucho talento joven en Santo Tomé, chicos y chicas que aman el folklore. En la “Fiesta del Surubí” que se hace en la ciudad de Goya, ganamos el primer premio en el rubro canción inédita.
También participé en el “Festival Nacional del Chamamé”, en Corrientes Capital, tocando el cajón peruano. Un instrumento que aprendí de grande. Como artista y apasionada de la música pienso que nunca hay que dejar de aprender. Muchos se sorprendieron porque el cajón peruano no es un instrumento clásico del chamamé. Pero nosotros decidimos incorporarlo y fue muy bien recibido. Fue toda una novedad en ese momento. Es un instrumento que me gusta mucho.

—Santo Tomé también es conocida como la “Capital del Ritmo” por su carnaval, y en el carnaval la percusión juega un papel fundamental. ¿Cómo es tu relación con esta fiesta tradicional?

—Empecé en “Fonfonitos” tocando cajita. Lo lindo de la percusión es que se pueden ejecutar una gran variedad de instrumentos. Ya de más grande integré el grupo de Armonía de comparsa “Marabú”, tocando redoblante y caixa. La caixa es un instrumento típico de Brasil, uno de los principales del samba, la música de su carnaval. Son experiencias que fui viviendo y disfrutando gracias a la percusión. Mi familia me solía sugerir que aprendiera a tocar otros instrumentos como guitarra, teclados, pero a mí siempre me gusto la percusión.
Formé parte de la banda municipal durante más de 20 años, hasta que se frenó a causa de la pandemia. Igualmente, sigo con el bombo y los tambores ya sea en mi casa o en alguna reunión con amigos.

—¿Cómo se vive la música en tiempos de pandemia?

—Estamos sufriendo esta desgracia como muchas otras personas, pero creo que músicos y artistas hasta un poco más. Estamos a la espera de que termine pronto, de que podamos volver al escenario cuanto antes. Porque la opción de hacer música de manera virtual no es lo mismo. Yo soy muy creyente y le ruego todos los días a Dios de que así sea.

—En los últimos años, las mujeres han avanzado en la lucha por el trato igualitario respecto de los hombres y se han posicionado en roles importantes en diferentes ámbitos, ¿cómo se da ese avance en el mundo de la música, arriba del escenario?

—Teniendo en cuenta que son muchas mujeres talentosas chamameceras que buscan generar espacios donde puedan mostrar expresiones, venimos desarrollando un hermoso proyecto a nivel provincial de soñadoras artistas, productoras, gestoras culturales, emprendedoras, cantantes, instrumentistas y bailarinas, que se llama “Chamamé Kuñá”.
Felipe Moreyra, amigo y cantante santotomeño que se está formando en Corrientes Capital, me comentó de este movimiento y me presentó ante estas mujeres que me incluyeron de inmediato en la agrupación. Casualmente contaban con mujeres que tocan guitarra, teclados, acordeón, entre otros instrumentos, pero no tenían a nadie que hiciera percusión. Así que fue como un regalo caído del cielo y estoy muy orgullosa de formar parte de “Chamamé Kuñá”.

—En este espacio, integrado completamente por mujeres de la música y del arte en la provincia de Corrientes, entendemos que es necesario abarcar cada vez más roles en todos los ámbitos y especialmente en el artístico, de gestión, programación, conducción y expresión de talentos.
Tenemos como objetivos fomentar el talento artístico de la mujer y potenciarlos en todos los ámbitos posibles. Insertar a las mujeres en distintas disciplinas del área de la cultura chamamecera, dentro de las distintas grillas de actividades de atractivo turístico y comercial de la provincia. Para nosotras es clave que nos ayuden a promocionar al chamamé y fomentar como herramienta laboral de todas las chamameceras que decidimos dedicar nuestra vida y profesión a este hermoso género musical.

—Mirá a dónde te llevó aquel primer bombo que te regaló tu padre…

—Tal cual. Y con el detalle de que en mi familia no hay músicos. Siempre fueron de escuchar mucho folklore y chamamé, pero no hubo nadie que tocara instrumentos. Por eso le debo mucho a mi familia y a todos los artistas que me abrieron las puertas y con los que aprendí mucho durante estos años. También agradezco enormemente a la Municipalidad de Santo Tomé por ayudarme a seguir llevando adelante mis clases, que son gratuitas para niños y adolescentes de nuestra ciudad.

—¿Qué le dirías a los padres que, tal vez, hoy tienen en los almuerzos un hijo o una hija chiquita que golpea la mesa con las cucharas?

—Les diría que apoyen a sus hijos en las cosas que los apasiona. Creo que los niños son la semilla del futuro. Que los incentiven, que los animen, que los acompañen y que los ayuden a que persigan sus sueños. La música es hermosa, enriquece el alma y hay muchos instrumentos que se pueden aprender. Es un lenguaje universal, sano, que habla, llora y te hace llorar también. Es bueno ver como en Santo Tomé hay muchos chicos interesados en nuestras raíces, nuestra música tradicional.