Una docente realizó sus prácticas y se recibió en medio de un tratamiento oncológico

Lejos de abandonar sus estudios por la quimioterapia y estado de salud, Ingrid decidió seguir adelante por sus sueños y alumnos.

La historia de la docente Ingrid Robles llena de emoción y orgullo a quienes la conocen, ya que su esfuerzo y voluntad le permitieron recibirse en medio de un tratamiento oncológico, la pandemia por COVID-19 y una complicada operación.

Ingrid, de 44 años, fue destacada por la Dirección General de Escuelas por ser ejemplo de lucha, valentía y optimismo. Estas cualidades que han destacado a esta mujer tienen que ver con su proceso y lucha contra el cáncer que atraviesa, y su fortaleza para realizar las prácticas y exámenes durante su cursado del Profesorado de Educación Primaria, en el IES 9-001 Tomás Godoy Cruz.

Esta institución con sus casi 150 años, sin dudas, ha sido testigo de muchas historias asombrosas que luego abrazaron a la provincia con ejemplo y dedicación. Solo que el caso de Ingrid va más allá de lo académico, porque implica un quiebre entre el deber y la vocación.

Ingrid fue una estudiante que ingresó al IES 9-001 en el 2014, con una vida construida y siendo mamá, un camino que había decidido iniciar para cumplir su sueño de ser maestra. En el 2016, la vida la sorprendió con síntomas que con el tiempo se agravaron hasta que en 2019 le diagnosticaron cáncer de útero.

Con voz plácida y angelada, Ingrid contó lo siguiente: “Tengo 44 años y tres hijos. Comencé a estudiar Profesorado de Educación Primaria en 2014. Entre 2016 y 2017 empecé con problemas de salud: neumonía, dificultades respiratorias, hemorragias y anemia”. No obstante, este panorama nunca fue una opción abandonar la carrera.

En 2019 llega la noticia menos esperada. “Para esta fecha, a duras penas, estaba cursando los talleres de cuarto; los terminé hacia el final del primer cuatrimestre y me operaron el 27 de julio”, cuenta Ingrid. Luego de atravesar la cirugía -histerectomía completa-, fue el turno de la radioterapia y la braquiterapia. “Durante el tratamiento la pasé muy mal, fue terrible, sin embargo, saqué las materias que me quedaban -para hacer la Práctica Profesional IV- con mucho esfuerzo ya que había días en los que no quería salir de la cama”, comenta Robles, con un toque de nostalgia en sus recuerdos.

La lucha no ha terminado

La flamante docente se sometió a análisis rigurosos en los meses venideros. Todo parecía indicar que su salud estaba recuperada. No obstante, los resultados no fueron positivos. “Cuando creí que estaba sana, me indicaron que realizara un PET -tomografía por emisión de positrones-. Los resultados indicaron que tenía cáncer en los ganglios linfáticos, en cervical, mediastino, columna, abdomen y pelvis”.

Para entonces, desde el punto de vista académico, Ingrid se encontraba en condiciones de comenzar con su residencia pero tenía que empezar quimioterapia, única posibilidad de combatir la enfermedad. Así es que, con valor novelesco, se aventuró en sus prácticas docentes en medio del tratamiento. “En ese momento hablé con la profesora María de los Ángeles Curri (jefa de Formación Inicial del IES Tomás Godoy Cruz) para compartirle mi situación, pero, a la vez, decirle que no quería dejar mi proceso académico”, relata con entereza.

Lo bueno de la virtualidad

La virtualidad significó una excelente oportunidad para que Robles completase este periodo de formación. De hecho, decidió continuar con su camino dentro de la institución educativa por esta novedosa posibilidad. “Al dedicar todo un año para la quimioterapia, pensé que sería terrible desaprovechar el tiempo, así que opté por seguir”.

Ingrid enfatizó que la cercanía de docentes del instituto, en especial de la profesora Curri, significó la columna vertebral que sostuvo la última parte de su proceso como estudiante. Sin titubear, insiste con que “sus mensajes cotidianos para darme ánimo fueron un pilar, un apoyo incondicional, estoy eternamente agradecida”.

“A veces no quería levantarme de la cama pero sabía que mis alumnos me esperaban detrás de la pantalla”, declara la nueva profesora en Educación Primaria, y “eso me hacía poner más la atención en la labor que en los malestares propios de la quimio”. Trabajaba, video-llamadas mediante, con ocho estudiantes de trayectorias débiles.

Finalmente, el 5 de noviembre Ingrid rindió su coloquio final y concluyó su carrera. Más allá de este inestimable logro, con fortaleza admirable continúa honrando la vida y la educación: “A comienzos de año me inscribí en el curso de preceptoría escolar y ya lo finalicé e hice otro acerca de la escritura en Nivel Superior, que también terminé.

«¡Seguiré sacándole el jugo a este tiempo así el año que viene ya estoy curada y trabajando!”, concluyó optimista como siempre.

Contenido provisto por: Emilia Agüero