El Morro: el ídolo que se va por la puerta de atrás

El Morro Santiago García es uno de los seis jugadores de Godoy Cruz a los que se les avisó que no seguirían. Su historia.

Fue un regalo de los Reyes Magos. Tal vez eso hizo que su destino estuviese marcado. El 6 de enero de 2016, Santiago García llegaba al Tomba. En Mendoza no todos lo conocían. Cinco años después no hay ningún mendocino que no lo conozca.

El Tomba ha tenido varios ídolos a lo largo de los años, varias promesas pero desde que llegó a primera división, las dos veces que subió, solo unos pocos quedaron en el pedestal: el mago David Ramírez, Sebastián Torrico, Diego Villar pero nadie, ninguno de ellos, dejó la huella de El Morro.

La historia del uruguayo más tombino del mundo no comenzó en Mendoza, ni tampoco termina en este lugar. Empezó en el barrio Colón de Montevideo, en el Complejo Habitacional América.

Igual que muchos futbolistas, el Morro tuvo una niñez en un barrio humilde. En esos lugares uno aprende a ser feliz con lo que tiene y cuando uno es chico, una de las primeras cosas que posee es fútbol.

Pero así como el Morro en su adolescencia se dejó llevar por el camino que le marcaba la pelota, algunos de sus amigos no lo hicieron.

Cuando sus padres se separaron en su adolescencia, el goleador tombino dejó de ver a quien fuese su figura paterna. Él, al mismo tiempo ya demostraba todo su talento. Con 14 años, un empresario se acercó un día a él y a su familia y les pagó las cuentas atrasadas. Con eso ya bastaba para representarlo. Eran tiempos de vacas flacas y toda ayuda venía bien.

En 2008 su carrera comenzó en uno de los clubes más importantes de Sudámerica: Nacional. Incluso fue goleador, figura, tenía todo pero le faltaba conducta. Y esto último le jugó totalmente en contra.

Con un promedio de gol de uno cada dos partidos, el Morro tuvo que hacer sus valijas e irse a jugar a Brasil, al Atlético Paranaense y no la pasó para nada bien. De allí se fue con acusaciones cruzadas con los dirigentes y se fue a Turquía. Tampoco la pasó bien. Jugó tres partidos y se volvió a Nacional de Uruguay pero su tiempo en el club ya había pasado.

Algo excedido de peso, el Morro no tuvo su mejor paso. Sin saber qué hacer, decidió cumplirle una promesa a un amigo y jugar gratis en el River Plate uruguayo. Fue una de sus mejores decisiones.

Según Wikipedia, llegó a jugar 37 partidos e hizo 14 goles. Pero eso fue suficiente.

Daniel Oldrá, el manager del Tomba e innumerables veces técnico salvador del club, es un especialista en encontrar jugadores uruguayos. Había sido responsable de la contratación de Carlos Sánchez, había seguido a Rodrigo Mora mucho antes de que este llegara a River y lo vio al Morro.

El Tomba hizo un esfuerzo para contratarlo y el Morro cambió las playas uruguayas por las montañas mendocinas. Era un 6 de enero de 2016 y los Reyes Magos dejaban un gran regalo en Godoy Cruz.

Ese año formó dupla con otro extranjero, el ecuatoriano Jaime Ayoví. No dejaron defensa sin volver loca. Fue temible esa delantera.

Ayoví se fue y él se quedó. En realidad estuvo a punto de irse a Talleres de Córdoba hace unos años. En medio del dolor de los hinchas tombinos, una lesión en el delantero impidió el pase. Quizás fue un obstáculo en ese momento, tal vez alguien de arriba escuchó a un hincha de Godoy Cruz pidiendo que se quede. Sea como fuese, el delantero se quedó.

De esa manera, su figura fue convirtiéndose en ídolo. Nunca ha sido uno de los delanteros más rápidos pero sí uno de los más letales. Con el Tomba ha jugado dos Libertadores, en una de ellas fue el goleador de equipo.

También fue goleador del torneo local y subcampeón con Diego Davobe como técnico.

“Mendoza es mi lugar en el mundo”, dijo años atrás cuando el Tomba vivía un mejor momento y él también. Enfrentado con la dirigencia, su carrera en Godoy Cruz parece haber acabado. Le quedan unos meses de contrato pero el presidente José Mansur ya adelantó que no volverá a jugar.

Algunos lo relacionan con Estudiantes de La Plata, otros con un regreso a Uruguay. Lamentablemente, son pocos los hinchas que creen que alguna vez volverá a vestirse la camiseta de Godoy Cruz, aunque las esperanzas son las últimas que se van.

Contenido provisto por: Daniel Calivares