El comedor que resurgió de las cenizas para auxiliar a 200 personas, pero que todavía necesita ayuda

Hace unas semanas un comedor ubicado en Godoy Cruz quedó destruido. Tres días después funcionaba otra vez.

«No nos quedó nada». Era 21 de junio y esas palabras de Sebastián Fernández encerraban todo su dolor, el de su pareja y el de 200 personas que veían como el fuego había reducido a cenizas el comedor Niños Felices ubicado en el oeste de Godoy Cruz, muy cerca del dique Maure.

El lugar no solamente era un comedor. Era la casa de Sebastián, de Romina Carrizo y de su hija de 12 años. Pero también era el lugar donde cada lunes y jueves decenas y decenas de personas pasaban por allí en busca de un plato de comida.

«Nos quedamos sin nada, con lo puesto. Se nos prendió fuego la casa, el comedor, el auto. No estábamos porque habíamos ido a buscar a la nena», recuerda Romina.

Unas horas después del incendio, Sebastián y algunos vecinos fueron al lugar a ver si podían recuperar algo. No quedaba mucho y lo que quedaba de la casa había que derribarlo por riesgo de derrumbe.

El resurgir del comedor

Sebastián hace changas. Romina vende empanadas en la rotonda de Palmares. Hace tres años que vivían en el lugar que se incendió. Al poco tiempo de mudarse ella decidió juntar firmas entre los vecinos para poder conectarse legalmente a la energía eléctrica.

En el recorrido notó que su casa era una excepción. Que ella vivía en una casa de ladrillos pero muchos de sus vecinos no y que, a pesar de lo difícil de su vida, habían muchas personas con un presente peor. Ese día decidió ayudarlos.

Así fue como nació el comedor Niños Felices que cada lunes y jueves le da de comer a 200 personas, la mayoría de ellos son niños.

Tres días después del incendio Romina llegó a la que era su casa junto con Sebastián. Prendieron un fuego, sacaron una parrilla y ollas y se pusieron a cocinar. Ya no había un comedor en el más sentido estricto de la palabra pero ellos no iban a dejar solos a sus vecinos.

«Ellos no pueden estar sin su plato de comida», explica Romina y cuenta que juntaron unos caballetes e hicieron comidas al fuego. Los chicos, los abuelos y los adultos que acudieron se llevaron la comida en tuppers y botellas cortadas. Todo sirve cuando hay hambre. «Lo hacemos de corazón», explica ella.

Después del incendio Romina y Sebastián recibieron donaciones de mercadería, ladrillos, chapas, baldosas para levantar el comedor y su casa pero todavía les falta.

Con lo conseguido pueden levantar un pequeño salón para que las personas puedan comer, les falta material para reconstruir «su casita», como le dice Romina, principalmente hierro, cemento y ripio.

Todas las personas que deseen ayudar a Romina y Sebastián y, al mismo tiempo, a 200 personas más pueden comunicarse al número de Romina al 2612168384.

Contenido provisto por: Daniel Calivares