Ex comisaría Séptima: el edificio que alberga gritos, llantos y un silencio aterrador

El edificio es reconocido en Godoy Cruz por haber funcionado como centro clandestino durante la última dictadura militar.

Se sienten gritos desgarradores. No importa si es de noche o de día. No importa si son mujeres u hombres. Son gritos de dolor, de esos que quedan grabados en la memoria. Extrañamente, nadie los escucha.

En el corazón de Godoy Cruz, a 100 metros de la municipalidad solamente basta cruzar una calle y encontrar una placa en el piso que recuerda esos gritos que nadie oyó pero que muchos recuerdan. Allí, hace años el ex intendente Alfredo Cornejo colocó una placa en homenaje a aquellos secuestrados durante la última dictadura militar que estuvieron detenidos clandestinamente en la ex comisaría Séptima.

El paso del tiempo dejó que esa placa quedará allí, impoluta ante el transcurso de los años y recordando que allí entraron personas que nunca más salieron.

La historia en el suelo

“Aquí funcionó un centro de detención y tortura durante la última dictadura cívico militar”, reza el mosaico ubicado a unos metros del ingreso de lo que era el edificio de la comisaría Séptima. Fue puesto en marzo de 2011 en conmemoración a los 35 años del último Golpe Militar en Argentina.

En la vereda se encuentra el recordatorio del horror

A la derecha del edificio que ocupa toda una esquina se encuentra la iglesia más importante de Godoy Cruz: San Vicente Ferrer.

Fue su edificio, la plaza departamental y el tenebroso edificio de la séptima lo último que quizás vio Rubén Bravo cuando fue detenido allí.

Según el expediente judicial, otros detenidos lo vieron en el lugar. Pablo Seydell fue uno de los tantos que declaró en los juicios de lesa humanidad de Mendoza. Lo vio allí, en uno de los calabozos. Seydell salió con vida tras ser blanqueado como detenido. Bravo no corrió la misma suerte.

Bravo pertenecía al partido comunista. Unos años antes del Golpe de Estado había conocido a la actriz Mariú Carreras y habían formado una pareja. El también se dedicaba a la actuación.

Poco antes de la dictadura tuvieron un hijo. Le pusieron Nazareno.

El expediente que está en los tribunales federales indica que, en octubre de 1976, un grupo de alrededor de diez personas irrumpió en su casa bajando la puerta a patadas.

A los gritos preguntaron por Bravo. Los golpearon. A ella la encerraron en una habitación con su hijo y su suegra. A él se lo llevaron. Sería la última vez que lo verían vivo, pero no se convencerían hasta mucho tiempo después de que estaba muerto.

Miedo y tortura

En la comisaría Séptima fueron varios los policías que actuaron como torturadores. Algunos de ellos ya están detenidos con condena de la justicia. Una justicia que comenzó a llegar 34 años después con los primeros juicios de lesa humanidad que tuvieron lugar en Mendoza.

“Sin ninguna duda puedo decir que la 7ma fue un centro clandestino de detención y de tortura”, recordó Seydell ante los jueces.

La placa que está al costado del edificio

Todas las noches picanearon a hombres y mujeres. Todas las noches en las cuales temblábamos porque sabíamos que podíamos salir en cualquier momento”, manifestó Seydell que nunca dejó la militancia por los derechos humanos.

El mecanismo era simple. Comisaría de día. Centro de tortura de noche. A partir de las 21, el lugar se transformaba y los detenidos eran sometidos a golpes y picana en la clandestinidad. No había distinción.

Fue tras una sesión de tortura que Seydell vio a Bravo por última vez.

El destino de la comisaría

Con el paso de los años, el que no sabía fue descubriendo los horrores que se vivieron en el edificio de la comisaría Séptima de Godoy Cruz.

Fueron los juicios de lesa humanidad los que terminaron de descubrir lo que tanto tiempo se calló.

Hoy ese edificio ya no alberga una comisaría. En 2019 fue trasladada a un edificio más moderno. Actualmente guarda silencio y recuerdos. Y dos placas que en sus palabras guardan un pedazo de memoria de una historia negra que, como dice León Gieco, no se debe olvidar.

Contenido provisto por: Daniel Calivares