Ignacio de la Rosa: «Me gustaría que no se deshumanice el periodismo»

El profesional de medios ha sido coautor de libros y fue parte del premiado documental Víctimas del Próvolo.

Periodista, escritor y con un documental premiado, Ignacio de la Rosa se ha convertido en una pieza importante de los medios de Mendoza. Godoicruceño por adopción, se animó ante Noticias d a hablar de él y contar sus mayores logros, efectos y virtudes.

-¿En qué te destacas? ¿Cuándo comenzó tu carrera?

-Soy periodista; siempre me he desempeñado en las secciones de Sociedad o Información General, aunque he tenido participación en coberturas Políticas, policiales y judiciales. Desde siempre me he sentido más atraído por las historias humanas y todo lo que rodea a un hecho concreto en sí. En el caso de las noticias policiales o judiciales, cuando me hago cargo de alguna cobertura, siempre me interesa también recabar más en las historias de los protagonistas, sus posibilidades y su contexto que en el episodio propiamente dicho.

Me inicié en el periodismo en noviembre del 2004, con 20 años, en el diario El Sol. Luego trabajé dos años en MDZ y desde 2009 soy redactor de Sociedad en diario Los Andes. También he tenido participaciones en radio, como colaborador de Infobae y soy corresponsal de CNN en Español en Mendoza.

Participé como coautor de cuatro libros: Mariandina, Mariandina 2, Que lo cuenten como quieran (dentro del proyecto La Cooperativa del Libro) y los Monstruos Bicéfalos.

Por fuera de información de currículum, disfruto mucho también de las reuniones familiares con mis padres y mis hermanos; y de jugar al fútbol con mis amigos de Abejas FC.

-¿Qué sacrificios tuviste que realizar? ¿Te arrepentís de alguno?

-El periodismo implica constantes mini sacrificios. Desde algo tan básico como no poder disfrutar de un fin de semana o un feriado en plenitud hasta algo más relevante, como tener bien en claro que no se trata de un trabajo de oficina.

Eso ha valido jornadas extensas de trabajo, días que cuando -en teoría- todo estaba llegando a su fin; el panorama cambiaba en cuestión de minutos e implicaba arrancar de cero y como si la jornada recién estuviera iniciando.

En particular con la cobertura del caso de abusos sexuales cometidos contra niños y niñas en el instituto religioso Antonio Próvolo, el compromiso con el caso en sí derivó en que, por más que estuviera de vacaciones, mi teléfono y mi persona siempre estuviesen a disposición de los chicos y chicas, sus familias, los abogados, fiscales o cualquier novedad referida a la causa en sí.

No sé si lo consideraría un sacrificio, pero a lo largo de todo el Caso Próvolo mi compromiso ha sido estar a disposición permanente de los sobrevivientes y sus familias; creo haber sido de utilidad y un apoyo en ciertos momentos. Pero, al mismo tiempo, es lo que me ha movilizado en la causa.

-¿Quiénes fueron tus pilares?

-Sin lugar a dudas, la base en la pirámide en que he tratado de instalar los cimientos de mi vida son mis padres, Gerardo y Loly. A ellos les debo gran parte de lo que soy y me acompañan en cada uno de mis actos. Mis hermanos Melisa y Manuel también han sido baluartes en mi vida, principalmente en mi infancia y adolescencia. También Daniel, un amigo que es más un hermano que me dio la vida. Y desde hace 8 años Mariana, mi compañera de vida, es quien está incondicionalmente conmigo.

-¿Cuál consideras que fue tu mayor logro?

-A nivel personal -donde creo que radica lo que realmente importa-, considero un logro poder y saber disfrutar de mi familia. Tenernos siempre el uno a otro, saber que pase lo que pase vamos a estar. Aún en estos momentos de angustia y distanciamiento, donde lo que más se extraña es un almuerzo de domingo, todos juntos.

Profesionalmente, considero un logro el poder trabajar de lo que estudié. No es poca cosa, menos en un ambiente como el periodismo, donde no abunda el trabajo y muchos colegas la pasan mal rebuscándosela como pueden.

A nivel personal -y también dentro de lo laboral- sentí una satisfacción enorme el día en que se conocieron las condenas a los dos curas por los abusos en el Próvolo; y me di cuenta de lo importante que pudo haber sido mi trabajo para los demás en el momento en que los ex alumnos, ex alumnas y sus padres se acercaron a abrazarme y a agradecerme.

-¿Qué anécdota recordás que haya marcado tu camino?

-A nivel personal, tengo miles. Casi todos son recuerdos de vacaciones en familia, con esas historias que uno repite una y mil veces cuando está con ellos; y que quienes están afuera del círculo no terminan de entender cuando las escuchan por qué generan tanta gracia y por qué las repetimos una y otra vez. Todas suelen estar situadas en Huerta Grande (las sierras de Córdoba) o San Bernarndo (Costa Atlántica).

A nivel laboral, no voy a olvidar nunca una cobertura que hicimos en conjunto con un amigo y compañero de trabajo; ente 2007 y 2008. Estuvo relacionada con Carlos Rico, quien había sido designado como funcionario del Ministerio de Seguridad y había tenido una activa participación en lo más oscuro de la dictadura en Mendoza. Fueron mañanas y tardes enteras investigando juntos, caminando por cientos de lugares, entrevistando y recabando información de todo tipo. Finalmente el funcionario, cuya participación en los mecanismos represivos estaba comprobada; fue desplazado de su cargo. Y en 2018 fue condenado por Delitos de Lesa Humanidad.

Dentro del periodismo, creo que en ese momento (tenía 24 años) me di cuenta de lo fundamental que podía ser la labor periodística y de investigación bien desarrollada.

-¿Cuáles fueron las peores dificultades que te tocaron atravesar?

-Pensando en una respuesta para esta pregunta, se me mezcla el plano personal y profesional. Personalmente, las muertes de mis abuelos o las veces en que mis padres no han estado muy bien de salud me han dejado marcas y todo un replanteo sobre el aprovechar más los momentos; las pequeñas cosas como cantar Serrat.

La misma pandemia de Covid-19 me ha golpeado bastante en lo anímico; no tanto por la salud en sí, sino por la obligación de amoldarse a una vida casi sin interacciones, sin compartir por meses y meses momentos con quienes uno más quiere.

Profesionalmente me topé con algunas dificultades. Abogados o personas que no estaban muy conformes con mi cobertura del Caso Próvolo y lo hicieron saber de no muy buena manera, con consideraciones casi absurdas.

Por fuera de esta cobertura, en 2009 experimenté lo que es perder un trabajo por un comentario en las redes sociales. Fue duro en el momento, pero hoy lo veo como una enseñanza del alcance de estas plataformas y sus peligros. Desde entonces, me guío por una premisa simple: solo escribo en mis redes aquellas cosas que no tendría problemas en decir en un auditorio repleto de gente a quien no conozco.

-¿Cuál es el mayor legado que querés dejarle a las generaciones que vienen?

Me gustaría que no se deshumanice el periodismo. No es un proceso dado únicamente por la digitalización y el click bait (esa locura desenfrenada por hacer «notas clickeras»); sino también por los egos y las personalidades. Apenas empecé a trabajar en los medios, pude leer a Kapuściński; y siempre me quedaron dos ideas claras: «Para ser un buen periodista, primero hay que ser una buena persona»; y «los cínicos no sirven para este oficio».

Eso no quita que la profesión esté llena de persona «no tan buenas» y de «cínicos». Pero siento que las generaciones de periodistas que llegaron después de las mías vienen con esa cuota de humildad que todos necesitamos (no sólo periodistas).

Me gustaría que en algún momento, en las redacciones se recupere el interés y se entienda que una buena historia y bien contada es más importante que el desnudo de una modelo o el «incendió las redes» de una modelo. Aunque no traiga una catarata de clicks.

Otro consejo, si es que estoy en condiciones de darle consejos a alguien (aunque no sé desde qué lugar lo haría); es que no se burocratice nunca el periodismo. Que nunca se pierda el salir a la calle y que sea lo que a uno lo mueve, por sobre la comodidad del WhatsApp y del escritorio.

-¿Cómo te definirían en pocas palabras las personas que te conocen?

-Creo -y por lo que me han dicho- que me ven como un tipo de perfil bajo, calmo y tranquilo (salvo cuando juego al fútbol), responsable; que no sé cómo llevarme ni reaccionar ante los reconocimientos cuando hago algo bien. Bastante testarudo para salir de mis moldes y mis esquemas.
Sensible y sociable, aunque sé disfrutar de estar solo y sé cuando es preferible guardarme para mí mismo, estar solo o quedarme callado (esto último no siempre, parte de la testarudez).

-¿Cuál fue la fórmula para alcanzar lo que te propusiste?

-No sé si tengo una fórmula. Diría que ser siempre yo, pero tampoco fui uno solo en estos 36 años. Por ahí, el haberme sabido adaptar a las consecuencias y al Nacho que tenía que ser en cada momento podría ser una respuesta válida.

Sí, por ejemplo, recuerdo que teniendo 15 o 16 años no estaba muy contento con la persona que era. Me di cuenta que mis caprichos, el encierro en el que yo solo me había metido en mi personalidad me estaba aislando (y sin pandemia). Y me replanteé un par de temas referidos al carisma y a la empatía. Ese fue un primer quiebre en mi personalidad.

Otra fórmula que aprendí casi a la fuerza es a no publicitar absolutamente todo lo que hago, digo, pienso, me gusta o no me gusta. Menos en redes sociales.

Y quizás saber cuándo escuchar y cuando no hacerlo o es mi turno de hablar; por ahí son pequeños ingredientes de esa fórmula. Igual creo que no hay una única fórmula ni tampoco es una pócima mágica, ¡por lo que sigo experimentando en la receta!

-¿Cuál creés que es tu mejor virtud? ¿ Y tu mayor defecto?

-En cuanto a virtud, la empatía y saber elegir qué peleas quiero dar (que son muy pocas, pero creo que realmente valen la pena).

Mi defecto, la tozudez que me encapricha por momentos y todavía.

-¿Recibiste alguna distinción? ¿Cuál?

-Recibí varias distinciones por el documental Víctimas del Próvolo, que encabezamos con Marcos García y Daniel Muzzio en diario Los Andes; y que contó con todo el apoyo de mis compañeros y jefes. Fue distinguido por los concejos deliberantes de Godoy Cruz y de Guaymallén, por el Senado de la Nación, y por la Asociación Internacional de Medios y Noticias (INMA) en Latinoamérica en el rubro «Mejor uso de video». Dentro de Los Andes también fuimos distinguidos por ese trabajo.

También la RED Inclusión nos entregó a mí y a otros y otras periodistas que trabajaron muy profesionalmente la cobertura del terrible caso, una distinción por el aporte en pos de la justicia.

Y también los infinitos agradecimientos y abrazos de los sobrevivientes del instituto y sus familias; que todavía siguen llegando y llenan el alma como ningún otro premio.

¿Qué próximos proyectos esperas realizar en el futuro?

Laboralmente, me gustaría seguir incursionando un poco más en radio. Actualmente lo hago con un bloque sobre series, películas y clásicos en FM Aurora. Pero me gustaría poder meterme un poco más; y tal vez en algo que no sea más de lo mismo a lo que ya estoy y está acostumbrada la gente. ¡Siempre tengo algo dando vuelta sobre el tema, y que no termino de darle forma!.

Algunos viajes también ocupan espacio en mi mente y en mi planilla de proyectos, sobre todo después de estos cinco meses.

Contenido provisto por: Daniel Calivares