El Loco frecuentaba los partidos de fútbol de su ahijado y hacía reír a todos con sus ocurrencias.
En el 2013, en vísperas de su primera comunión, Bruno Infante le hizo un pedido especial a sus padres: quería que el «Loco» Julio fuera su padrino.
Después de pensarlo, los padres de Bruno le dieron la derecha y Julio también. Así fue cómo, en junio de ese año, el sueño del niño se cumplió.
Siete años después y tras el fallecimiento del «Loco», Bruno contó cómo era su relación: “Elegí a Julio como padrino porque siempre lo admiré. Desde chiquito lo conozco. Y lo que genera en los hinchas de Godoy Cruz es algo increíble».
«Era un tipo muy amable, querible. Me protegía mucho. Lo elegí como padrino porque lo quiero mucho y no me equivoqué. La gente demostró que el Loco Julio es un emblema del Tomba”, agregó Bruno.
Después de confirmar su padrinazgo, Julio comenzó a frecuentar los partidos de fútbol de su ahijado y hacía reír a todos con sus ocurrencias: “Era un personaje. Le gustaba ir a verme jugar y de inmediato empezaba a gritar: ‘Ese es mi ahijado, ¡Cuidado! Es mi ahijado’. Realmente era un fenómeno en todo sentido».
¡Hasta siempre, Loco!
Tras su despedida, las anécdotas sobre el Loco Julio comenzaron a brotar como agua de manantial.
Afortunadamente, el célebre hincha del Tomba había recibido diferentes homenajes en vida. Por siempre será recordado como un emblema de Godoy Cruz.