Memoria, Verdad y Justicia en Godoy Cruz: la historia de una pareja y su bebé secuestrado

En Mendoza hay alrededor de 200 personas desaparecidas en la última dictadura militar. El recuerdo de una familia godoicruceña.

Marcelo Carreras y Adriana Bonoldi vivían juntos en calle Democracia de Godoy Cruz. A muy pocos metros de dónde hoy se ubica un conocido supermercado. Esperaban un hijo. Ella estaba embarazada de dos meses. Nunca más se supo de de ellos.

Marcelo y Adriana eran un matrimonio feliz. Ambos militaban en el PRT-ERP y tenían sus trabajos. Él se desempeñaba en YPF, ella era maestra. Nada los preparó para lo que tuvieron que vivir y para lo que sus familias transitan hace más de 40 años.

Habían pasado seis meses del Golpe de Estado que puso a la Junta Militar, encabezada por Jorge Rafael Videla, a gobernar Argentina.

«Toc, toc», sintió Marcelo en la puerta de su casa. Era el 24 de noviembre de 1976. Era de noche. Le aseguraron que eran de YPF. Apenas abrió la puerta, los extraños empujaron con fuerza e ingresaron. Eran cuatro sujetos. Todos estaban cubiertos con capuchas.

Según el expediente judicial, a él lo llevaron detenido. Ni siquiera el hecho de que Adriana estuviese embarazada les dio un rastro de piedad. La encerraron en el baño pero antes abusaron de ella. Al irse la amenazaron con que si llamaba a la Policía o pedía ayuda, nunca más volvería a ver a su marido.

Marcelo y Adriana sabían que su vida podía complicarse. Poco antes, el cuñado de ambos, Rubén Bravo, un actor, también había sido secuestrado. Los testimonios lo ubican detenido en el viejo edificio de la comisaría Séptima de Godoy Cruz, frente a la plaza departamental.

Los que lo vieron, señalaron ante los jueces que estaba muy deteriorado. No volvió a aparecer con vida.

Sombras negras

Adriana finalmente se liberó de sus ataduras y puso la denuncia en la comisaría 34 de Godoy Cruz. Le tomaron los hechos. Fue poco y nada lo que la Justicia en ese momento investigó.

El miedo llevó a que Adriana se mude a la escuela de los suegros. Todo el tiempo, cada vez que estaba en la calle, miraba por sobre sus hombros. El miedo era latente en ella y en cada uno de sus familiares. No pasó mucho tiempo hasta que pasó lo peor.

El 1° de diciembre Adriana regresaba de un acto de fin de año en la escuela Mayorga de Godoy Cruz en la que daba clases. Un auto la seguía.

El mural que recuerda a las godoicruceñas desaparecidas en la dictadura

En calle Morales, muy cerca de Rawson y Cervantes, un Renault 4 L paró frente ella. Salieron varios sujetos, la agarraron y la subieron al vehículo. Su familia no volvió a verla.

Décadas después

Las familias de Marcelo y Adriana jamás dejaron de buscarlos. En cada marcha y juicio son de los primeros que llegan. Sus rostros en blanco y negro piden Memoria, Verdad y Justicia desde hace décadas.

En uno de los primeros juicios por delitos de lesa humanidad llevados adelante en Mendoza, se conoció que un joven declaró haber conocido, cuando hacía el servicio militar, a un cabo primero que estuvo en la provincia al momento de los hechos.

El militar había recibido la orden de matar a unos «subversivos» y que una de ellas era pelirroja y les preparaba comida. El joven, llamado Gabriel Porro, la conocía a Adriana y le preguntó si era ella. Recibió como respuesta un «sí».

El mismo militar le dijo que ambos habían sido ejecutados pero que en el caso de ella, se esperó a que tuviese el bebé. Tampoco se sabe nada de él.

Contenido provisto por: Daniel Calivares