Se hizo pasar por su hija y le robó un millón y medio de pesos a una mujer de 81 años

Otro «cuento del tío»: el mecanismo fue el mismo, pero esta vez en Gutiérrez.

La víctima de la estafa es una mujer domiciliada en calle Ozamis, en General Gutiérrez. Se trata de una abuela de 81 años que recibió un llamado telefónico a su celular, de un número privado, en horas del mediodía. 

Del otro lado del teléfono habló una mujer, quien le aseguró que era su hija. Tras conversar unos minutos, convenció a la víctima de que su dinero ahorrado iba a ser desvalorizado por la situación económica que atraviesa el país.

Por supuestas medidas que el gobierno implementaría en las próximas horas, la estafadora le dijo a la víctima que un amigo de su nieto pasaría a buscar sus ahorros por la casa, para que la invirtiera rápidamente.

Poco después, un hombre pasó por la casa de la víctima, haciéndose pasar por amigo de su nieto, y le pidió que le diera el dinero. La mujer le otorgó 320 mil pesos en efectivo y 20 mil dólares, lo que significa alrededor de un millón 400 mil pesos.

Luego de unas horas, la mujer se comunicó con sus familiares y les habló del tema. Allí advirtieron que había sido víctima de una estafa y llamaron a la policía. Los efectivos trasladaron a la abuela a la comisaría, a radicar la denuncia correspondiente.

La causa quedó a cargo de la fiscal de Delitos Económicos Gabriela Chávez. La víctima aportó precisas características físicas sobre el sujeto que pasó a buscar el dinero y los pesquisas trabajan sobre esa pista. 

El cuento del tío

Este mecanismo se implementó en dos casos diferentes en los últimos días en el departamento. Lamentablemente, no pudieron ser advertidos a tiempo.

Desde la oficina fiscal contaron que este tipo de intento de estafas creció durante la cuarentena obligatoria, pero que la mayoría no llegó a concretarse.

Recordemos que el caso anterior fue el de una mujer de 80 años, de Luzuriaga, que entregó 200 mil pesos a estafadores tras una maniobra fraudulenta similar.

Contenido provisto por: Lorena Sidoti