Bienvenidos a La Emilia: una historia en blanco y negro

Una fábrica textil y un pueblo que pertenece a San Nicolás. Es familia, es idiosincrasia, es algo distinto.

La historia de La Emilia está llena de progresos, crisis y solidaridad. Pero sobre todas las cosas está llena de recuerdos y de nostalgia. El sentido de pertenencia que tienen sus habitantes han logrado que, a través del tiempo, cualquier persona quiera a La Emilia como un lugar propio.

La curva que une la Av. Pte. Perón con Leodegario Córdova, da la señal de que estamos a punto de ingresar. Se pueden ver los barrios Villa Campi, Villa Canto y Villa Riccio y, luego, un gran cartel que expresa: «Bienvenidos a La Emilia».

Allí comienza la aventura de conocer este pueblo que tiene una esquina que se indica como Córdova y Córdova, la Escuela 5, el club y la fábrica textil. Además, aún se pueden apreciar los chalets que fueron propiedad de los fundadores y que quedaron allí, como si el paso del tiempo no fuera una preocupación.

Los hermanos Córdova, Emilia Benito y el molino harinero

En 1887 los hermanos Quintín y Leodegario Córdova, junto a su esposa Emilia Benito, se establecieron en la ciudad de Arrecifes y atendieron un almacén de Ramos Generales. Quintín Córdova había nacido en 1834, Leodegario en 1865 y Doña Emilia en 1869.

Todos ellos llegaron provenientes de Castilla la Vieja, un lugar de España de gran desarrollo local textil. Fue así que generación tras generación la enseñanza textil fue trasladándose a lo largo de la historia.

En esta zona había un molino harinero, propiedad de Bartolomé Sívori, el cual, en 1890 fue adquirido por Quintín Córdova. Fue él quien insistió para que la familia se radicara en este lugar.

Así, el 28 de agosto de 1892, Quintín, Leodegario, Emilia y el primer hijo del matrimonio, Juan Salvador, se establecieron en aquellas instalaciones del viejo molino harinero.

La industria textil

La industria textil nacional era prácticamente inexistente en aquella época, ya que los establecimientos similares no alcanzaban a tres en la ciudad de Buenos Aires.

Por eso, no dudaron en invertir sus pocos ahorros para montar una empresa, sin importarles los inconvenientes que tendrían con el transporte de materias primas y productos; en ese momento todos los caminos eran de tierra y las zonas aledañas totalmente despobladas.

Fue así que un 2 de octubre, la empresa textil comenzó a producir boinas, fajas, ponchos, mantas, tartanes, franelas, entre otras cosas. Todos artículos rudimentarios al principio pero que, paulatinamente, irían mejorando y conquistando el mercado.

Debido a la ausencia de colorantes, los colores elegidos fueron blanco y negro, los cuales quedarían inmortalizados en la bandera de La Emilia.

En 1894, los hermanos Quintín y Leodegario se dirigieron por carta al Intendente de San Nicolás. El motivo fue informarle que en los próximos días, uno de ellos pasaría por la municipalidad a brindar toda la información y datos posibles sobre el establecimiento fabril que poseían en el sector de campiña.

El establecimiento textil inicialmente llevaría el nombre “LA EMILIA” – FABRICA DE TEJIDOS DE LANA de CORDOVA Hnos. & Cía. Se cree que el nombre fue inspirado en la esposa de Leodegario, Emilia Benito. Pero también es probable que la familia conociera el significado de EMILIA en árabe que quiere decir «la tierra prometida».

En 1892, nació el segundo hijo, Leodegario. En el futuro, él le daría a la empresa un impulso enorme que la haría aparecer en el terreno internacional. Luego nacieron Emilio en 1894, y Adela en 1899.

La primera inundación y la despedida de Quintín Córdova

En el año 1908, la desgracia cayó sobre La Emilia. Una inundación arrastró completamente el viejo tajamar construido con sacrificio y muchas horas de trabajo. Las aguas arrastraron por completo estas instalaciones destinadas a generar la fuerza motriz encargada de movilizar las maquinarias.

Desde entonces, la huella de este viejo tajamar perdura aún en un gran pilar de ladrillos unos metros antes del actual, que fue construido inmediatamente después.

Ese mismo año, el primer visionario de la familia Córdova se despidió de este mundo. Don Quintín Córdova falleció a los 64 años de edad y la firma industrial pasó a girar bajo el rubro “L. Córdova -Sucesor de Córdova Hnos. & Cía.”

La Emilia despide a su gran amigo, Don Leodegario

El 21 de junio de 1928 junto al crudo invierno que se hacía presente, el pueblo de La Emilia despidió a su gran amigo y fundador. A los 68 años de edad falleció Don Leodegario Córdova en Buenos Aires. La firma entonces comenzó a girar bajo el rubro Córdova Hnos. & Cía.

El hondo pesar que produjo el deceso del fundador consternó a toda la población que hizo llegar su sincero pésame a sus hijos que pasaban entonces a administrar la fábrica textil.

En aquellos momentos, cuando falleció Don Leodegario, hubo un año de duelo durante el cual no había bailes ni nada por el estilo. Se suspendieron el cine y los deportes.

El nuevo camino, el fin de los años locos y una nueva pérdida

El 29 de mayo de 1937 culminaba con éxito el Movimiento de Agitación Popular- Pro Camino Pavimentación San Nicolás- La Emilia. Ese día en la sala del “Palace Theatre” se llevó a cabo el acto público en el que se celebró el “Día del Camino a La Emilia”. Por su parte, Don Salvador Córdova, fue designado para integrar la lista de candidatos a electores de presidente y vicepresidente de la Nación.

El año 1938 también marcó el final de “los años locos”. Con ellos finalizaba la existencia de una época de gran alegría, pero también de grandes tristezas.

Fue entonces cuando falleció el último recuerdo de “los grandes” que todavía convivía en el pueblo. A la edad de 69 años se despidió para siempre de esta vida, Doña Emilia Benito de Córdova.

La única representante de aquella generación de fundadores que todavía permanecía de pie. Desde algún tiempo residía en Buenos Aires dejando que sus hijos manejaran con total eficiencia la gran empresa. Esa que ella, su marido y el hermano habían creado para orgullo de toda una localidad y la industria argentina.

La debacle y el cierre definitivo de la fábrica

La empresa siguió trabajando durante muchos años. Sin embargo, las persistentes inundaciones, crisis económica y la creciente competencia con productos extranjeros que llegaban al país, ocasionaron una debacle, la cual finalizó en 1981 con una convocatoria a acreedores. Finalmente, se produjo la quiebra en 1985 y la fábrica se vendió.

Desde entonces, el pueblo de La Emilia careció del paternalismo fabril y económico que les permitió vivir décadas inolvidables. La gente de la Emilia se negó a vivir como un pueblo fantasma y los que quedaron en la localidad se pusieron a trabajar para organizar sus vidas y salvar esos malos momentos.

Esta es sólo una parte de la historia de un lugar que pasó por muchas dificultades pero que nunca se rindió. Un lugar en el que aún quedan vestigios de ese pasado que los marcó para siempre.

Quienes quieran conocer aún más sobre la historia de La Emilia, pueden consultar el libro “Blanco y Negro; Ayer y hoy”, escrito por el historiador Ricardo Darío Primo. Muchos datos de esta nota fueron extraídos de ese material bibliográfico.

Contenido provisto por: Lucas Giménez