Qué es el herpes zóster, cómo se contagia y cuál es su relación con la varicela

Cuáles son los primeros síntomas y cómo evitar el contagio.

El virus herpes zóster recibe este nombre porque es el agente responsable tanto de la varicela como del herpes zóster. Generalmente el primer contacto con el virus lo tenemos en la infancia y se manifiesta clínicamente como una varicela.

Sin embargo, pasada esta infección, el virus migra por las terminaciones nerviosas desde la piel hacia el ganglio y allí queda latente, reapareciendo en la piel en determinadas situaciones dando lugar al denominado herpes zóster, también conocido como Culebrilla.

¿Cuáles son los síntomas más habituales?

Los síntomas más comunes son la sensación de picor o dolor en un territorio cutáneo, la sensación de quemazón y la aparición de ampollas o vesículas rojizas.

Por lo general, las personas notan una sensación de picor o dolor en una zona del cuerpo y 4 o 5 días después presenta un enrojecimiento de la piel en esa zona sobre el que brotan unas vesículas que se disponen agrupadas. Cabe destacar que durante esta fase las lesiones son altamente contagiosas pues el virus se encuentra dentro de las vesículas.

Al cabo de 7 a 10 días las lesiones se secan, formando unas costras pardo-amarillentas que se eliminan, dejando a veces una cicatriz residual. Las zonas más afectadas suelen ser el tronco, el muslo o la región ocular. Esta última presenta una mayor gravedad al existir el riesgo de formación de úlceras corneales que conduzcan a la ceguera.

¿Quién puede padecer herpes zóster?

Se presenta principalmente en adultos, pero cada vez es más frecuente su aparición en niños. Para padecerlo es necesario haber estado previamente en contacto con el virus y haber pasado la varicela.

La frecuencia de presentación de esta enfermedad y su gravedad son mayores en individuos que se encuentran inmunodeprimidos, ya sea por tratamientos con quimioterapia o radioterapia o por medicamentos inmunosupresores como los pacientes transplantados.

También se incluyen en este grupo los pacientes afectos de SIDA y los que presentan tumores u otras enfermedades que determinen una situación de inmunosupresión.

Sin embargo, también es frecuente observar herpes zoster en personas inmunocompetentes en situaciones de debilidad o cansancio.

Es importante comentar que el herpes zóster es una enfermedad contagiosa y durante su duración debe evitarse el contacto con personas que no hayan estado en contacto con el virus previamente, especialmente si son inmunosuprimidos o mujeres embarazadas.

¿Cómo se trata el herpes zóster?

El tratamiento del herpes zoster se realiza con fármacos antivirales por vía oral o intravenosa, pero no siempre es necesario tratarlo, ya que se resuelve espontáneamente en unos 7 días.

El tratamiento se indica principalmente en pacientes inmunodeprimidos, por el riesgo de diseminación del virus a otros órganos. En estos pacientes es necesaria la utilización de la vía intravenosa para el tratamiento.

También está indicado el tratamiento con fármacos antivirales por vía oral en pacientes mayores de 50 años.

Es importante señalar que el tratamiento es eficaz si se comienza en las primeras 72 horas desde el inicio de las vesículas y que hay que evitar la sobreinfección de las lesiones mediante el uso de antisépticos tópicos.

En los últimos años se ha registrado un importante brote del virus, por lo que se lanzó una campaña de vacunación contra el herpes zóster para personas mayores de 50 años e inmunodeprimidas.

Contenido provisto por: Federico Coguzza