Cristian ama con locura a su padre y no dudó en devolverle todo el cariño que recibió de chico.
Siempre es un buen momento para brindarle amor a un padre, que tanto ha hecho para cuidar de uno. Así lo ve Cristian, quien encontró la manera perfecta de demostrarle su amor.
Roberto Barbero se dedica a la mecánica, algo que Cristian heredó. Durante muchos años compartieron esta profesión: el padre se desempeñaba en un taller agrícola en las cercanías en Maraco, perteneciente a Andant, para solucionar las problemáticas de la maquinaria que se utilizaba en ese momento. Después de algunos años, pudo llegar a la ciudad cabecera y abrir su propio taller, allá por los años 80.
Roberto quería darle un obsequio a su hijo Cristian, que siempre lo acompañó en los horarios de trabajo siendo tan sólo un niño. Así fue que armó de cero un pequeño tractor para su hijo, con un carro detrás para poder llevar a sus amigos.
Con piezas diferentes, pero bien ensambladas, concretó el tractor para Cristian, que al poco tiempo ya se lo veía por las calles de su barrio junto a sus amigos disfrutando del regalo.
Pasó el tiempo, Cristian fue creciendo y sus intereses eran otros. Pero a pesar de no usar más este pequeño tractor, lo guardó en las condiciones que su padre lo había dejado. Pero hace poco cambió de opinión.
En una de las charlas que mantenía con su padre en el taller – que hoy sigue vigente – vieron que el tractor estaba casi abandonado y pensaron que algo debían hacer. Y Cristian puso manos a la obra.
Sin que su padre se entere, movió el tractor del lugar, lo llevó hacia su hogar y, junto a un amigo, empezaron los trabajos de reacondicionamiento.
«Tardamos aproximadamente dos semanas, queríamos tenerlo listo para una fecha especial», contó Cristian emocionado.
«Fueron mañanas, tardes y noches de estar todo el día sacando pieza por pieza, ver qué era lo que servía y lo que no. Además estaba hecho con piezas diferentes, pero con trabajo y dedicación pudimos con él», explicó.
Pieza por pieza, el viejo tractor fue desarmado, pulido y pintado. Un agregado especial fue el color original del mismo, algo complicado de encontrar. «No daba el tono que quería dejar, para mi no era lo mismo. Asique lo pinté dos veces para que el verde y el amarillo sean iguales al que yo recordaba», dijo Cristian.
En dos semanas, con su familia y amigos, lograron terminar el trabajo, manteniendo el secreto para la gran sorpresa.
El gran día
Luego de días de mucho trabajo y entusiasmo por dar esta sorpresa, llegó la fecha tan esperada por todos. En un pequeña reunión familiar, Cristian y su familia le brindaron este hermoso gesto a su padre, quien se emocionó al ver su trabajo como si nunca hubiese pasado el tiempo.
Tal y como se había guardado, con las mismas piezas, de la misma forma y con el mismo carro que él había colocado años atrás.
«Fue un momento muy lindo la verdad. El vio que el tractor no estaba, pero le dije que lo había movido de lugar así no ocupaba espacio. Nunca imaginó esto», contó Cristian entusiasmado.
Su padre se mostró agradecido y ahora pueden volver a disfrutar de aquellos viejos tiempos y revivir esas emociones que habían quedado en los recuerdos.