Mársico y Arata: un modelo de tambo que enfrenta los desafíos de la realidad productiva argentina

Francisco “Paco” Arata es el responsable de la firma Mársico y Arata, un tambo con muchos años de trabajo que hace foco en la relación con los empleados.

-La producción lechera se ha ido transformando en estos años. Los tambos chicos no son rentables. ¿Cómo han hecho los productores para adaptarse a esos cambios?

-Es cierto, los tambos han ido creciendo en escala a lo largo de los años, como muchas otras producciones agropecuarias. La suba de los costos obliga a los productores que quieran permanecer en la activad a crecer en escala, para diluir costos fijos. Entonces, la única forma de permanecer es aumentando la productividad, creciendo en escala, siendo más eficientes. Ese es el camino. No solo nos marca a los productores de leche, sino a los productores agropecuarios en general. Es un síndrome de la época: las actividades industriales, comerciales y privadas tienen que crecer en escala para poder ser competitivas y sustentables.

Historia del tambo

-La búsqueda a escala nos llevó a cambiar de actividad dentro de la rama agropecuaria. Hasta 2008, éramos principalmente productores agrícolas. Producíamos granos y hacíamos ganadería de clico completo, básicamente en campos alquilados. Nos dimos cuenta que con los campos propios, si queríamos salir de la dinámica de la puja por el alquiler de los campos, que marcaba en ese momentos y sigue marcando a la producción de granos, teníamos que concentrar en nuestros campos propios o campos seguros, como le decimos, una actividad que nos diera una escala suficiente para hacer de la nuestra una empresa sustentable en el tiempo. Por eso, elegimos el tambo, porque nos pareció que, por la superficie propia que nosotros manejamos, nos permitía tener una escala adecuada para la viabilidad de nuestra empresa. Fue así como viramos de la agricultura y de la ganadería de ciclo completo al tambo.

Iniciamos la actividad con 240 vacas y hoy estamos ordeñando 700 vacas promedio en el año. La producción es de 26/27 litros por vaca por día en primavera y, en el año, estamos alrededor de los 24/25 litros.

-Genética, alimentación, tecnología y tambos robóticos. ¿Cuál es el futuro inmediato de la producción lechera?

-El camino es la modernización como una forma de diluir costos y ser cada día más eficientes en una búsqueda de mayor productividad.

Es competitivo modernizar un tambo tradicional, llevarlo a robot en Argentina. Ese es el camino. Creo que el crecimiento a futuro estará dado por analizar seriamente alternativas como robot, superficies cubiertas, grandes galpones, sistemas de semiconfinamiento que permitan aumentar la productividad de las vacas a través de un mejor confort, una neutralización de los riesgos climáticos.

-Actualmente, ¿cuentan con tecnología o es un tambo más tradicional?

-Somos un tambo tradicional, pero estamos haciendo foco en procesos para lograr la mayor eficiencia posible en el ajuste de los detalles. Trabajamos mucho con el personal para que ellos disfruten de sus trabajos.

Más allá de la tecnología, la plata que uno pueda poner en robot, en computadoras y todo tipo de innovaciones tecnológicas, antes hay que ajustar muy bien las capacidades humanas con que contamos. Eso es un desafío con el cual estamos muy comprometidos hace bastante tiempo. Básicamente, consiste en hacer de la empresa un lugar atractivo para nuestros empleados, que se sientan como en su casa. Son ellos, en definitiva, quienes están encargados de traducir nuestras expectativas, instrucciones y planes para convertirlos en más litros leche al menor costo posible.

-¿Estos cambios que están haciendo les han generado menor rotación del personal o es algo natural de la actividad?

-Estamos bastante bien en ese tema. La rotación ha ido bajando con el tiempo. Creo que estamos aprendiendo a retener a nuestros empleados a través de esta forma de trabajar. Logramos eso, la curva es ascendente.

-Siempre se dijo que el trabajo del tambero era un oficio sacrificado. ¿Cómo ha ido evolucionando para mejorar las condiciones y favorecer una oferta tentadora para la mano de obra?

-El sacrificio del tambero es una visión que está perdiendo vigencia. Se refería al tambero mediero que vivía esclavo de su propio trabajo. Si bien podía aspirar a tener un ingreso mayor que el promedio de los demás trabajadores agropecuarios, vivía para su trabajo. La figura del tambero mediero y su grupo familiar, todos comprometidos con el ordeñe, está perdiendo vigencia. Entre otras cosas, de la mano del aumento en escala de la explotaciones, la figura del tambero mediero y su grupo familiar a cargo de las tareas de ordeñe está relacionada con el tambo tradicional tal como lo conocemos, tambos pequeños. Precisamente ese tipo de explotaciones es la que está desapareciendo.

Nosotros no trabajamos con tambero mediero, lo hacemos con empleados que se hacen cargo de su trabajo, cumpliendo horarios, como en cualquier empresa o industria. Con su hora de descanso, sus francos, sus vacaciones, como cualquier otro empleado.

-Inflación, insumos en dólares, acceso a créditos, precios de la industria lechera. Una gran cantidad de variables que complejizan la producción. Aun así, los productores siguen invirtiendo y creciendo. ¿Cómo se explica este fenómeno?

-Este año ha sido particularmente complicado, desde el punto de vista del cálculo de costos y de la gestión de costos del tambo. Se han producido distintas situaciones, todas desfavorables. Desde la guerra entre Rusia y Ucrania que provocó una estampida en los precios de uno de los insumos que utilizamos, pasando por la inflación constante que afecta al país, problemas para exportar, retenciones a las exportaciones, precios máximos a los productos lácteos. Ahora, el dólar soja está provocando un aumento en el precio de la alimentación. Básicamente, utilizamos derivados de la soja y del maíz para formular el alimento que consumen las vacas. Obviamente, un aumento en el precio de la soja, que es un insumo importantísimo, determina un aumento similar en el precio del alimento balanceado que compramos.

En este momento, los números del tambo son muy finitos y si ponemos la lupa, son negativos.

La actividad del productor agropecuario es muy atractiva, desafiante, intensa. Nos obliga a estar muy enfocados en el día a día y, si bien la situación coyuntural del país no acompaña, seguimos apostando al tambo y a la producción agropecuaria en Argentina.

Por supuesto, me gustaría que todo esto fuese acompañado por un contexto más favorable para el país en general, para la sociedad en general y para el sector agropecuario en particular.

Los productores no nos quejamos de gusto, nos quejamos si nos preguntan. Nosotros generamos riquezas en la Argentina. No riqueza para millonarios, sino riqueza en el sentido de agregar y producir bienes para el país y el mundo. A veces sentimos que no tenemos el apoyo o la consideración social. Y, otras veces, de las autoridades para una actividad que realmente demanda.

A pesar de todo, seguimos apostando por el país.

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