Oscar Ayastuy: un apicultor y fabricante de herramientas para la industria de la miel

Desde la localidad de Salvador María, Oscar fabrica e innova permanentemente para mejorar las herramientas utilizadas en la apicultura.

Inicios en la apicultura

Arranqué en el 2015 con mi papá. Dejé mi trabajo fijo para irme con él. Tuvimos años bravos con sequía, en los que la miel no daba. Quería hace algo que siempre me había gustado: fabricar cosas, pero nunca me animaba.

En agosto del 2017, mientras seguía con la apicultura, empecé con las herramientas. Inicié haciendo carretillas para mover tambores. Por suerte, cada año se fueron incrementando las ventas. Siempre fui evolucionando. Hoy tengo todo bastante organizado y me va bien.

-¿Qué tipos de productos fabricás actualmente?

Son todas herramientas para la apicultura. Estoy trabajando en un prototipo para manipular tambores. Es una grúa para levantar cajones de miel. Lo venía pensando desde 2014, pero necesitaba experiencia y dinero. Si todo va bien, en breve podría verse algo.

Es para mover de a cuatro colmenas completas, soporta hasta 120 kilogramos y tiene un brazo de 4 metros. También sirve para cargar y descargar tambores.

La apicultura es un trabajo insalubre y la mayoría lo hace a cuerpo, generando un gran desgaste físico. Creo que esto es el futuro. He hablado con muchos apicultores de todo el país y me han dado el visto bueno. Este tipo de herramientas se hacen actualmente en Australia y España, son las dos fábricas más grandes.

Mi objetivos es apostar al apicultor pequeño, mediano y grande, así el chico también puede crecer.

También, hago cremadoras. En el país está la grande, y a mí se me ocurrió hacer una chica para balde y poder llegar al apicultor pequeño.

Hoy tengo carretilla para tambores, carretilla para manejar alzas (3 en 1), ganchos y pluma (para camiones y otra para camionetas) para levantar tambores, un accesorio para autoelevadores para la carga de tambores, cremadora grande y chica y, además, el proyecto de la grúa que sería la frutilla del postre.

Estoy terminando el taller, así me mudo y, de esa forma, poder aumentar la producción ya que tengo mucha demanda y hoy no puedo abastecerla. Ya he llegado a once provincias. La publicidad de este rubro es el boca a boca. Hace dos años que no hago publicidad, debido a que no puedo cumplir con la demanda. Asimismo, no doy abasto.

Mi expectativa es lograr el 100 % de las herramientas, que sean buenas y ser rápido para la fabricación. Eso también es un tema porque podés hacer la mejor herramienta, pero si tardás un año en fabricarla, no es lo ideal. Con las caretillas, con los años que vengo fabricándolas, hice una matriz y las hago rápido. El resto de las herramientas me lleva más tiempo. La idea es pulir todo eso.

-¿Cómo fue tu financiamiento hasta el momento?

-Fue propio y también externo, las dos cosas. Nunca tirarme al pozo. La idea es seguir con eso de financiar las herramientas.

-¿Cómo fue tu experiencia con la Agencia de Desarrollo Local?

-Gracias al crédito que obtuve por parte de la agencia, pude comprar una máquina que es clave para la producción de las herramientas, fue como pasar de un Citroën a una Ferrari.

Expectativas y planes futuros

La idea a futuro es mudar el taller a Lobos ya que, desde mi pueblo Salvador María, viajo mucho y no me sirve estar allá. El taller me va a quedar chico antes de que lo termine y lo sé.

También, seguir con la apicultura, terminar la sala de extracción propia y dejarla en condiciones. Así puedo seguir en ambas actividades. En apicultura, no tengo como idea crecer, sino mantenerme. En cambio, sí crecer en la producción de herramientas.

-Alguna anécdota para recordar

-Cuando arranqué con las herramientas, me gustaba modelar en 3D. Diseñaba carrocerías, camiones, acoplados y semirremolques. Una vez hice para una marca específica que era FyH  (Fernández y Hermanos) en Córdoba y le mostré por mail lo que hacía, me invitaron a conocer la fábrica. Yo no sabía nada, ni qué era una pulgada, ni soldar, ni un fierro. Fui allá con algunos modelos para la apicultura, conocí la fábrica y a gente muy positiva. Les comenté mis ideas y me dijeron: «¿Por qué no lo hacés?». A lo que respondí: «Yo no sé hacer nada”. La contestación: “¿Y qué tiene? Preguntá si la pileta tiene agua y tirate”.

En mi viaje de regreso, durante ocho horas en colectivo, venía pensando. Al otro día fui a comprar una máquina de soldar, hice el curso de soldador y acá estoy.

Ahí fui teniendo experiencia y las cosas que no me funcionaban o no me salían bien, las tomaba como parte del aprendizaje. Todo eso me sirvió.

-¿Tenés la idea de exportar las herramientas que producís?

Me han hablado de España, Chile y Uruguay, pero dije que no. Porque hoy no puedo cumplir acá, menos afuera. Sí me gustaría poder lograrlo. De Chile me han preguntado muchas veces. Primero quiero abarcar Argentina, afianzarme acá y después para el exterior.

Con los apicultores me he hecho un poco de fama, porque hice cosas nuevas. La mayoría fabrica cosas de la década de los 80, siempre lo mismo y yo trato de buscar algo nuevo. Está el apicultor de hace años que no les gusta lo nuevo. También, hay nuevos que se animan a innovar.

Una gran problemática que me han comentado diferentes apicultores, desde Jujuy hasta el sur, es que no hay gente para trabajar. Se complica mucho y más en el sur, en donde hacen traslado de colmenas hacia los valles. No es algo que se vea mucho en la provincia de Buenos Aires, ya que la producción es más estática.

Mi visión a futuro es poder seguir muchos años más. Creo que si hago bien las cosas puedo llegar a ser como las grandes fábricas que hay en el país. No tengo nada que envidiarles.

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