La historia de terror que tiene a un hospital de Godoy Cruz como protagonista

Una usuaria de Twitter contó una experiencia que sufrió cuando era más chica y que involucra al hospital El Carmen.

«Me volví a acostar, y cuando estaba intentando dormirme, comencé a escuchar murmullos». En los últimos días se conoció una historia de terror de una usuaria de la red social Twitter que paraliza los corazones y en donde el Hospital El Carmen juega una parte importante.

La historia fue contada por la usuaria @rubiaenchinada, que narró algo que le sucedió cuando vivía con los padres y había empezado una refacción en su casa.

Esta es su historia:

«Allá, por el año 2003, yo vivía con mis viejos en la actual casa de ellos. Tenía 16 años. Mi papá en ese entonces laburaba en el Hospital El Carmen. Ese año, mis viejos deciden ampliar la casa. Si bien éramos 3 en la familia, la casa era chica. Ya habían ampliado una parte para poder tener living separado del comedor. Esta vez, la ampliación sería justo arriba del garage, para hacerme lo que sería mi futura habitación», explica la usuaria, que se identifica bajo el nick de Juno.

«Demoró varios meses, pero al finalizar la obra yo me mudé inmediatamente. La habitación, era la única parte de la casa que estaba en planta alta. Para acceder, lo hacías por unas escaleras que conectaban directamente con la que había sido mi antiguo cuarto alguna vez. Al principio me daba un poco de cosa porque estando allá arriba (sola) y acostumbrándome a un lugar nuevo… daba un poco de miedo. La habitación tiene piso de madera, sobre correas metálicas. Una ventana grande de 2mts de ancho por casi 1,70 de alto. Daba directamente a la calle», describrió y agregó que desde la habitación no se podía escuchar nada de lo que sucedía en la casa.

«La primera noche que me mudé a la habitación, no pude dormir. Al principio, me dormí profundamente como sueño hacerlo cuando estoy cansada. Pero a la mitad de la madrugada me despertó un ruido de agua. Sentía como si hubiese algo que perdía agua sin parar. Se escuchaba lejano. En un comienzo creí que era el tanque de un vecino que, por lo general, siempre se le rompía y perdía. Me levanté a chequear por la ventana. No vi nada que me llamara la atención. Me vuelvo a acostar y me duermo. Al otro día, se lo comento a mi papá para que le avise al vecino», continúa.

Según la historia de la joven, el padre y el vecino no encontraron nada. A la noche siguiente ocurrió lo mismo.

«Me volví a acostar, y cuando estaba intentando dormirme, comencé a escuchar murmullos. Cómo cuando van a un café, que se escucha un ruido constante de charla pero donde no se logra entender nada, así. Me dio miedo, pero intenté bancarmela. Cerré los ojos y me tapé con las sábanas. Con los ojos entrecerrados, y a través de las sábanas, comencé a ver sombras no definidas que pasaban de un lado a otro de mi cama. Ahí, me cagué en serio. Tal fue así, que me deslicé de la cama al suelo y arrastrándome, bajé las escaleras para ir al cuarto de mis viejos», aseguró.

Así lucía el hospital El Carmen en 1930

«Desperté a mis papás, estando en un estado súper alterado. Mis papás que no entendían nada, se levantan y mi viejo sale corriendo creyendo que lo que yo le decía era que había alguien intentando entrar por la ventana. Pero no. Cuando logré calmarme, volví a subir. Obviamente mis papás creyeron que yo estaba soñando», aseveró.

Al día siguiente, el padre y los vecinos revisaron los tanques pero no había nada. El ruido no provenía de allí.

«La tercera noche, me vuelvo a acostar, y en plena madrugada vuelvo a escuchar el agua, murmullos, comienzo a ver sombras. Pero esta vez sin estar debajo de las sábanas y sin estar con los ojos cerrados. Lo que más me asustó, y creo que ése fue mi límite, fue ver la sombra de un tipo parado al lado de mi cama, observándome. Ahí directamente no me arrastré, bajé volando al cuarto de mis viejos. Los desperté llorando. Tal fue el miedo, que mi vieja se ofreció dormir arriba conmigo. Llevamos un colchoncito y ella se acostó al lado de mi cama pero sobre el piso. A los minutos de estar ahí, comenzó a escuchar el agua, seguido de los murmullos y las sombras. Mi vieja me dio la mano y me gritó que rezara el Padre Nuestro», manifestó la joven.

Por alguna razón nunca podían terminar la oración. «Se nos olvidaba cómo seguía, o nos trabábamos. Terminamos bajando las dos y durmiendo en el cuarto de mis papás. Al menos ahora sabía que yo no estaba volviéndome loca».

«La cuarta noche, agotada por la falta de sueño y el estrés que estaba sintiendo con todos estos sucesos, decidí irme a dormir a casa de unas amigas. Esa tarde, mi mamá subió al cuarto, rezó y tiro agua bendita sin decirme nada. Al día siguiente volví a mi casa. Esa noche me acosté con miedo. Súper sugestionada, pero increíblemente no escuché ni vi nada. Dormí toda la noche. Pasaron los días, se convirtieron en semanas y nunca volví a tener esa experiencia paranormal», aseguró la mujer, que luego reveló algo sumamente importante.

«Años después, me entero por mi papá, que el techo de mi habitación había sido construido con unas correas de madera de pinotea, que habían pertenecido a una parte que se quemó en un incendio en el Hospital El Carmen. Esos palos, los habían desechado en la demolición. Y mi viejo que siempre tuvo alma de ciruja, los recicló para reutilizarlos. Sobre todo porque es una madera durísima. Sacando conclusiones, creemos que el ruido a agua es del incendio que apagaron. Las sombras y murmullos, ya se imaginarán».

Contenido provisto por: Daniel Calivares