Conociendo Maipú desde casa: Giol, la bodega más grande del mundo

El paisaje maipucino ostenta dos grandes mansiones, símbolos de actitud emprendedora y voluntad de trabajo. Conocé su historia.

El italiano Juan Giol y el suizo Baustista Gargantini se afincaron en Maipú en la década de 1880. Los dos inmigrantes pudieron, en pocos años y gracias al ahorro, comprar 48 hectáreas de viñas.

Ambos fusionaron sus talentos visionarios y fundaron la bodega La Colina de Oro, nombre del pueblo originario de Gargantini, y en 1898 vendieron su primera producción.

Los conocimientos que Giol y Gargantini trajeron de Europa se sumaron a la practicidad local y esto les permitió un salto en calidad y cantidad de producción de vinos.

Por ello, pronto la bodega se vio desbordada en su capacidad de producción y, en 1899, los socios registraron la marca Toro.

La inquebrantable voluntad de trabajo hizo que estos dos emprendedores lograran en pocos años incrementar su capital y esta nueva condición socioeconómica les permitió construir sendas mansiones conocidas como los chalets de Giol-Gargantini, en el predio lindante con la bodega ubicada sobre el carril Ozamis.

Estas mansiones en las que vivían los bodegueros eran únicas en ese momento y mostraban un gran contraste con las casas de adobe de la época. Eran imponentes, al mejor estilo de la Argentina de 1900.

Sin embargo poco las disfrutaron sus dueños, ya que en 1911 Gargantini la deshabitó -un año después de terminada su construcción- y Giol la dejó en 1914, con apenas seis años de uso.

Aquella sociedad inicial se disolvió, pero quince años fueron suficientes para montar la bodega más grande del mundo, imponer su marca de vinos, ganar mercados y amasar una inmensa fortuna.

Durante los primeros años del siglo XX, el crecimiento se dio a pasos agigantados, pero en 1910, la actividad comercial se vio resentida por la primera crisis de sobreoferta y por la adulteración de vinos que se producía en los mercados del litoral argentino. Al año siguiente, la firma se diluyó.

La Bodega Giol

Giol y Gargantini se distribuyeron entre sí las propiedades. Las que tenían en Rivadavia, quedaron para Gargantini, mientras que las de Maipú, fueron para Giol.

La visión de negocios de Giol lo llevó a conformar una sociedad anónima con el Banco Español y Río de la Plata, en la que aportaron la ex bodega El Progreso y la bodega Giol. Surgía así una nueva empresa: Bodegas y Viñedos Giol SA. 

El devenir de los tiempos le deparó a la que fuera la bodega más grande del mundo vaivenes que tuvieron importantes hitos en 1954, cuando el Estado mendocino adquirió el 51% de sus acciones.

En 1964, la Provincia se quedó con el 49% restante y en 1991 la bodega pasó nuevamente a manos privadas.

Fuente: Cultura Municipalidad de Maipú.

Contenido provisto por: Lorena Sidoti