Un maipucino es uno de los voluntarios para probar la vacuna contra el coronavirus

Guillermo Cabrera y su hijo Gerónimo forman parte de los 4.500 argentinos que recibieron la primera dosis de la vacuna del laboratorio Pfizer.

Guillermo Cabrera es uno de los voluntarios para la vacuna contra el Covid-19. Él y su hijo Gerónimo se postularon, salieron sorteados y son de los 4.500 argentinos que ya recibieron la primera dosis de la vacuna.

Si bien dejó hace muchos años la provincia, Guillermo se crió en Mendoza, precisamente en Maipú, donde vivió hasta los 15 años. Luego se mudó a Buenos Aires donde reside actualmente. “Soy maipucino y urquiciano. A todos mis amigos los conocí en la escuela Urquiza”, recordó con emoción en diálogo con Noticias d. 

Los Cabrera llevan la solidaridad en la sangre. Son los fundadores de “Te doy una mano”, una ONG que confecciona y entrega prótesis ortopédicas en Argentina y en otros países del mundo. 

Fue precisamente su espíritu solidario el que los movilizó a poner su cuerpo para colaborar con la lucha contra el coronavirus. 

Los elegidos

Gerónimo fue el primero en anotarse como voluntario del ensayo clínico que llevan adelante el laboratorio Pfizer y la firma BioNtech para el desarrollo de la vacuna contra el virus. 

La seguridad con la que el joven se ofreció para ser parte de las pruebas contagió al resto de familia, quienes también se anotaron. 

Se le ocurrió a mi hijo, se anotó y le dije ‘pará, anotame a mí también’. Y tuvimos la gran suerte de que nos llamaron a los dos”, contó Guillermo. Y expresó con emoción: “Para mi fue admirable que mi hijo se anotara solo. Me llama la atención que me haya salido tan solidario”.

Además, resaltó que nunca tuvo miedo ni dudas, mucho menos después de haber recibido el llamado en el que le comunicaron que era uno de los elegidos. “En el momento que me anoté no lo pensé mucho y tampoco tenía ilusiones de que me llamen”, explicó. 

Y añadió: “Son 30 mil personas en todo el mundo que la van a probar, que a mi me llamen me pareció algo que no iba a suceder. Pero en todo momento tuve ganas de colaborar, de terminar con esta pandemia”. 

A fines de julio recibieron la noticia de que habían salido sorteados y desde un primer momento se sintieron muy cómodos y seguros con el trato que les dieron desde el laboratorio. 

Te aclaran muy bien que no es el virus lo que te aplican, sino una partícula de la proteína del virus y que en cualquier momento podés dejar de participar. Te dan mucha seguridad”, indicó Guillermo. 

Comprometidos con el proceso

Los voluntarios reciben dos dosis de la vacuna contra el Covid-19. La primera se la aplicaron a Guillermo el 25 de agosto y 21 días después tiene que volver al hospital Militar para recibir la segunda. 

El proceso dura dos años y tienen controles de rutina cada seis meses después de la segunda dosis. 

El día del estudio me pasaron a buscar en un auto y desde el primer momento en el que llegué al hospital me acompañaron a todas partes y en todo momento. Fue muy dinámico”, contó el voluntario. 

Guillermo estuvo aproximadamente cuatro horas en el hospital. Primero tuvo una entrevista con un investigador, quien le explicó en detalle y de forma individual todo el proceso. Luego lo pesaron, le sacaron sangre y le realizaron un hisopado. Y recién ahí pasó a la aplicación de la primera dosis de la vacuna

Me entregaron un celular nuevo para que me lo lleve a mi casa y está programado con una aplicación. Es solamente para comunicarte con ellos por cualquier cosa y con el que te hacen un seguimiento por si aparece algún síntoma”, relató Cabrera. 

“Si tenés algún problema, dentro de 60 minutos tenés un médico y una ambulancia en tu casa”, agregó. Y rescató: “Te atienden como un príncipe, te demuestran que sos un voluntario para la vacuna y es ahí donde uno toma conciencia de cómo se lo toman en serio”.

Algo para resaltar es que los dos pueden haber recibido la vacuna o un placebo. “Nunca se sabe qué es lo que te aplican. Todos los síntomas que pueda haber tenido pueden ser psicosomáticos, psicológicos, porque uno está muy perseguido”, dijo. 

Después de la aplicación, tanto él como su hijo se sintieron muy bien en general. “Como una vacuna normal de la gripe. Un poquito de dolor en el brazo y en los tobillos. Gerónimo tuvo dolor de cabeza y mucho dolor de piernas y muscular a los dos días”, explicó el maipucino sobre los días posteriores. 

Ahora, ambos hacen vida normal y en dos semanas les aplican la segunda dosis. Recién 30 días después de esa aplicación, volverán al hospital para que les realicen análisis de sangre con el fin de comprobar si generaron anticuerpos.

Contenido provisto por: Rocio Sileci