Nahuel Ulariaga, el joven que tocó el cielo, bajó al infierno y resurgió nuevamente

El juvenil delantero tombino tuvo un regreso soñado luego de dos años muy complicados.

El fútbol tiene historias hermosas, está muy lejos de ser simplemente un deporte en el que 22 personas corren detrás de una pelota, y si hay alguna duda, habría que preguntarle a Nahuel Ulariaga, el joven delantero de 20 años, que convirtió este fin de semana el gol que le dio el triunfo a Godoy Cruz ante Colón.

Se podría decir que Nahuel es un gran delantero que ha hecho dos goles en dos partidos jugados con Godoy Cruz. Con esa estadística, con muchos otros jugadores ya se estaría hablando de una gran promesa en el fútbol, pero lo de este joven va mucho más allá, porque entre los dos partidos pasaron 770 días y en esos 770 días pasaron muchas cosas.

La historia del ave fénix

Según la leyenda, el ave fénix al morir se convertía en cenizas de las cuales resurgía nuevamente. Nahuel Ulariaga ha tenido una historia similar, aunque en su caso se podría decir que tocó el cielo, descendió al infierno de los jugadores de fútbol y resurgió nuevamente.

Esto porque esos 770 días que pasaron entre un partido y otro, entre su primer y segundo gol no fueron por decisiones tácticas, fue algo muy malo.

El debut de Nahuel se dio contra Racing Club hace dos años atrás. Más precisamente el 27 de diciembre de 2020. Ese día, el juvenil fue titular y a los 5 minutos de partido hizo el gol de Godoy Cruz. A los 14 debió salir de la cancha con una rotura de ligamentos cruzados.

Nahuel demoró mucho más tiempo que otros jugadores en recuperarse, en el medio debió enfrentar no solamente a su físico, sino a la cabeza que muchas veces suele ser tan traicionera. Lo hizo y le ganó, porque este domingo volvió a disputar un encuentro y casi como si fuese su destino, la primera pelota que tocó fue gol, triunfo y ser puntero.

“Todavía no caigo. Soñaba con volver a estar en una cancha y volver a convertir. Estos años que no pude jugar, trabajé mucho para volver a jugar y nunca bajé los brazos. Ahora se me dio y pude marcar un gol”, explicó Nahuel tras haber terminado el partido.

Y agregó: “Fueron dos años muy difíciles. veía entrenar a mis compañeros y yo estaba afuera. Nunca tiré la toalla”. Quizás ese es el secreto, no solo para el fútbol, sino para todo: tener en quiénes apoyarse en las malas y nunca rendirse.

Contenido provisto por: Daniel Calivares