Gustavo «Chingolo» Martínez: la historia del basquetbolista que ganó el partido más difícil

El ex jugador hizo un repaso por su carrera y su actualidad como entrenador.

Gustavo «Chingolo» Martínez, el ex jugador que supo brillar en Luján, Obras y Talleres, es hoy un gran entrenador. Hacemos un repaso de su extensa trayectoria conectada con la «naranja» y el complejo trance que tuvo que superar hace unos meses, cuando estuvo internado durante un mes en terapia intensiva. 

El deporte era una pata fundamental de su familia. Su padre fue integrante de la subcomisión de básquet del club Unión Juvenil de Luján y su hermana formó parte del equipo femenino. Así, Gustavo comenzó jugando al handball federado, donde fue preseleccionado argentino. También mostró sus aptitudes en la 7ma. categoría de fútbol en Luján Sport Club.

A los 15 años dejó todo y se metió de lleno en el mundo del básquet. «Un día me enojé con el entrenador en el fútbol y no fui más. No estuve de acuerdo cómo se manejaban las cosas, y dejé de jugar al fútbol. Esto me valió que mi viejo no me hablara por cinco años», recordó Martínez en Salto Inicial y agregó: «Un día estaba en el Poli y pasó Cebolla Diblasi y me invitó a jugar al básquet. Acepté y de ahí nunca más me separé de este deporte».

Empezó con la camiseta de Unión Juvenil Luján, donde jugó la temporada´88 -´89. Sin embargo, la estructura basquetbolística del club estaba en su peor momento y los jugadores debieron buscar nuevos equipos. Así fue como Gustavo siguió su carrera en el Club Obras Sanitarias, hoy Obras Mendoza. Allí fue campeón en la categoría Juveniles, en una recordada final contra Andes Talleres.

En 1993 volvió a Luján para disputar la Liga C. Cuando el básquet mendocino se dividió entre Asociación y Federación, Martínez se alineó a los colores de Godoy Cruz durante un semestre, club afiliado a la Asociación Mendocina de Básquet.

Llegó 1997 y nuevamente regresó a Luján, donde consiguió el ascenso. «En el ’98 me recibo de profe y me dediqué a mi profesión. Abandoné por tres años el básquet, hasta que en una escuela de verano en Andes Talleres, Marcelo «Tola» Lucero, me tienta para volver a las canchas y mi respuesta fue afirmativa», explicó el jugador. 

En el Azulgrana fue jugador y dirigió categorías formativas. «Fue una etapa muy linda. Le estoy enormemente agradecido a los dirigentes que estaban en ese momento de creer en mí», recordó con alegría.

Mientras tanto, en Luján se estaba planeando un nuevo proyecto basquetbolístico para volver a colocar al equipo en carrera. Gustavo Pardo ya tenía su lugar, pero faltaba el DT. «Chingolo» Martínez era la respuesta.

Desde 2005, el profe Martínez está a cargo de la coordinación del básquet, entre la conducción técnica de U15 y U17, y marcó su impronta en el primer equipo de Municipalidad de Luján en varios campeonatos. Incluso vistió la camiseta 9 granate bajo la conducción de Germán Andreoni. 

Su último partido como conductor en primera división fue contra Guillermo Cano, en julio de 2018. Hoy lo dirige técnicamente Lucas López.

El partido más difícil de su vida

En noviembre de 2020, Chingolo vivió una situación muy particular. «El 5 de noviembre nos juntamos en el Poli para jugar al básquet con unos amigos de la infancia. Jugué un rato y comencé a sentir que me faltaba el aire y se me cerraba el pecho. Pensé que era falta de estado físico. Por eso, dejé de jugar para no esforzarme demasiado y me fui a casa», contó. Pero Gustavo volvió a jugar y el episodio volvió a repetirse. Dolor en el pecho, cansancio extremo y falta de oxígeno. 

Días después, Martínez volvió a juntarse con sus amigos: «Luego de unos minutos de jugar, aparecieron los mismos síntomas que las veces anteriores pero más acentuados. Me tiré boca arriba, luego boca abajo y sentía un dolor muy intenso en los brazos. Me fui a casa, me bañé y me senté en el living y me quedé dormido un rato. Luego llamé a mi esposa por teléfono -no estaba en casa- y le dije: me parece que me está dando un infarto. Llamamos a la ambulancia, me llevaron al Hospital Italiano y me internaron en cuidados intensivos«.

Tras una serie de estudios, detectaron dos arterias del corazón obstruidas. El cuadro comenzó a complejizarse con fiebre alta y neumonía. Los médicos le avisaron que la única opción era realizar un by-pass porque había sido un infarto.

El 9 de diciembre lo operaron y cuatro días después le dieron el alta. Luego, vino el proceso de recuperación y el alta definitivo. «Estoy haciendo al pie de la letra todo lo que me indican los médicos. Muy lentamente voy retomando la actividad física y cambiar algunos modos para encarar la vida. Si te volvés loco, no la podés disfrutar«, reflexionó.

Contenido provisto por: Florencia Pescara