El asesinato de Omar Carrasco, el caso que terminó con el servicio militar obligatorio

El asesinato del joven Omar Carrasco el 6 de marzo de 1994 fue la gota que rebalsó el vaso de una sociedad que ya estaba harta, y que condujo al fin del servicio militar obligatorio.

Cutral Co es una ciudad sin ríos cercanos que se ubica en la árida estepa patagónica y en el centro geográfico de la provincia de Neuquén. Solo el petróleo pudo lograr que se forme una ciudad en el desolado paisaje plagado de bombas extractoras del llamado oro negro. Allí nació Omar Carrasco, el 5 de enero de 1976.

Cien kilómetros al oeste se encuentra la ciudad de Zapala, un centro comercial que abastece a la parte oeste de Neuquén y también una terminal del ferrocarril que, en su momento, distribuía hasta Buenos Aires la curtiembre y los productos de la industria cementera que se obtenían en ese punto neuquino.

En 1935, bajo la presidencia del general Agustín Justo, en un terreno de 750 hectáreas de esa ciudad fue donde se estableció la Guarnición Ejército Zapala, donde alojaron el Grupo de Artillería 161 y el Batallón de Logística de Neuquén.

El llamado caso Carrasco es una sucesión de hechos que relatan acerca de una institución que, gracias a la vida (o muerte) del soldado cutralquense, ya no existe más: el servicio militar obligatorio en Argentina. Lo sucedido dejó en evidencia la humillación y el maltrato al que miles de jóvenes argentinos se veían expuestos obligadamente por parte del Estado, y permitió develar otros casos similares, ocultos hasta entonces por el temor a enfrentar al Ejército.

Omar ingresó al servicio donde quedó bajo las órdenes del subteniente Ignacio Canevaro, de 23 años, quien al otro día le dio una bienvenida con un “baile” donde tropezó y quedó a la vista del subteniente como “torpe, incapaz e inútil”.

El sábado 5 de marzo de 1994, por una guardia nocturna no cumplida -no se levantó porque dijo que le dolía el cuerpo-, al día siguiente lo pusieron de cuartelero a cargo de la limpieza y control de la cuadra. Sus compañeros lo vieron por última vez durante la siesta, cuando fue al baño.

Omar Carrasco

Domingo en el cuartel. Calor. Un empujón, trompadas y al piso Omar Octavio Carrasco, repartidor de pollos congelados, lector de la Biblia y conscripto desde hacía tres días. Siguió una catarata de golpes que recibió en el suelo. Y una patada certera que partió una costilla y le perforó un pulmón. Sufrió una hemorragia interna, y murió.

A su cargo estaban el subteniente Canevaro y el sargento Carlos Sánchez, que estaba durmiendo. Con ellos colaboraban los soldados Víctor Salazar y Cristian Suárez. Los compañeros de Carrasco fueron sacados de la cuadra para someterlos a un duro “baile” por la “desaparición” de Omar, que luego fue dado por desertor.

Ese mismo domingo, a pedido del Ejército, una camioneta de la Policía Provincial se acercó a la casa de la familia del joven a consultar acerca del paradero de Omar. Luego de la visita, los padres concurrieron repetidamente a las oficinas de la Guarnición preocupados por el estado de su hijo.

Una semana después, el 12 de marzo, el ejercito oficializó la desaparición de Carrasco y lo catalogó como desertor. Once días después, la familia Carrasco presentó la denuncia ante el juez federal de Zapala, Rubén Caro, y publicaron un aviso en la agencia local del diario regional Rio Negro, por si alguien había encontrado a su hijo. El medio se interesó en la noticia y publicó su primer artículo acerca del caso tras tres días.

Diario Rio Negro anticipando el asesinato.

El 6 de abril, el cuerpo fue hallado en el predio del cuartel, muy cerca del tanque de agua. Su torso estaba desnudo, un cinturón apretaba su pantalón pero no había dejado huella en su cuerpo, un borceguí estaba en sus pies y el otro tirado a unos 20 metros.

El caso se nacionalizó completamente y los grandes medios empezaron a especular acerca de las hipótesis del asesinato. Había una versión militar que (mediante dichos de Sánchez) acusaba a Salazar y a Suárez de golpear a Carrasco por orden de Canevaro; otra que hablaba de un enojo del subteniente con el conscripto por haberlo descubierto al militar intimando con la enfermera del lugar, y una que incluía al guardián del regimiento, que habría interceptado a Carrasco en su fuga del cuartel.

El 10 de abril, el Ejército Argentino relevó a toda la cúpula del Grupo de Artillería 161, desde el teniente coronel Guillermo With hasta el subteniente Ignacio Canevaro. Mientras que, al día siguiente, el general Martín Balza viajó a Zapala y se entrevistó con los padres del conscripto asesinado. Además, licenció temporalmente al resto de los conscriptos en esa guarnición.

Ante las manifestaciones sociales de repudio y hartazgo por la obligación del servicio al sistema militar, el presidente Carlos Menem, el 31 de agosto de 1994, promulgó el decreto que suspendía la obligatoriedad del servicio militar, y dictó las bases para un nuevo sistema de voluntarios.

Tapa Diario Clarín

En enero de 1996, el Tribunal Oral de Neuquén condenó a Canevaro a quince años de prisión, a los soldados Cristian Suárez y Víctor Salazar a diez años, y al sargento Carlos Sánchez a tres años por encubrimiento. Los acusados se declararon inocentes. De esa manera, el caso quedó cerrado.

Un siglo después, la Ley 4031, llevada adelante por Pablo Richeri, jefe del ejército por aquel entonces, y promulgada por Julio Argentino Roca el 10 de diciembre de 1901, quedaba sin efecto mediante un decreto, luego de que la vida de Omar Carrasco terminara en tragedia el 6 de marzo de 1994.

Es en parte por este caso que el servicio militar pasó a ser voluntario y que, hoy en día y por primera vez en la historia argentina, hay cientos de mujeres en sus filas. Es gracias a sus recuerdos, y desgraciadamente a su muerte, que esta institución, que tuvo su esplendor en tiempos oscuros de la historia argentina, dejó de existir.

Fuente: Revista Más Neuquén y cátedra de archivo y documentación periodística de la Universidad Nacional de La Matanza

Contenido provisto por: Cecilia Irina Kobryniec