En el marco de la celebración del Día de la Niñez, 18 internos de la Unidad Penal 3 confeccionaron juguetes de madera para niños de sectores carenciados. Dos proyectos fueron los detonantes de este gesto solidario: “Construyendo alegría” y “Una sonrisa a un niño”.

El primer proyecto consistió en la confección y entrega de más de 60 juguetes de madera. Entre ellos se encuentran aviones, casitas, cunas y herramientas de juguetes. Esta donación tuvo como destinatario el merendero «Pequeñito» que coordina María Almirón. En esta ocasión los materiales fueron aportados por Marina Godoy Cardozo, la pinturería Nova y la empresa Terminales y Servicios.

Por otra parte, 20 tejos y 20 jengas se entregaron a la casa de las Hermanas de maría del Rosario en el marco de “Una sonrisa a un niño”. Estos juguetes se repartieron en el cuartel local del ejército a niños y niñas del Barrio Los Provincianos.

Los materiales para el armado de los juegos los donó el personal de la oficina sociolaboral de la Unidad 3, a cargo de Fernanda Domínguez. Además, el supervisor del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la provincia de Buenos aires Luis Simonetti también donó material.

Ambos proyectos se realizaron en la carpintería del establecimiento penitenciario. Allí, los internos aprenden los secretos del oficio lo que les posibilidad adquirir herramientas para una futura reinserción social y laboral.

El Director de la Unidad 3 Carlos Díaz remarcó la importancia «de poder llevar a cabo actividades solidarias en la comunidad local. Así, beneficiamos tanto a la sociedad como a las personas privadas de su libertad que aprenden oficios ayudando a otras personas«.

La experiencia solidaria en la UP3

La experiencia solidaria que desarrollan internos de la Unidad 3 tuvo un capítulo reciente días atrás. En esa oportunidad, tres personas detenidas fabricaron una bicicleta doble para Juan Carlos Leiva, un vecino no vidente de la localidad de Ramallo.

En «Ruedas Solidarias» los internos reacondicionan y ponen en valor bicicletas que fueron abandonadas en dependencias judiciales y comisarías. Luego, se donan a chicos que no cuentan con medios para ir a la escuela o personas con capacidades diferentes.

Los internos fueron capacitados en el armado y reparación de bicicletas, conocimientos que les permitieron también restaurar sillas de ruedas.