#VecinasGC: Viviana Schwarz, una mujer que se animó a romper los estereotipos

“Yo no sabía ni lo que era una herramienta”, dijo la godoicruceña por adopción, que a sus 46 años se animó a dar el paso y comenzó a trabajar en un taller de motos.

Viviana Schwarz es de esas mujeres que se superan día a día. A sus 46 años encontró, tras la crianza de sus hijos, su lugar en el mundo: un taller de motos.

Si bien nació en Entre Ríos y vivió en Buenos Aires, es una godoicruceña más. Es que hace 15 años, junto a su compañero Sergio, eligieron el departamento para instalarse y comenzar una nueva vida lejos del ruido y el caos de Buenos Aires.

Mamá de Antonella (28) e Ismael (14), hoy trabaja en el taller de motos de Guillermo Berducci, a quien define como su “maestro” y con el que ha tejido una excelente relación. Ella, día a día, aprende el oficio a pesar de que muchos consideren que “es una locura”.

En primera persona

Schwarz, que durante muchos años fue empleada doméstica, volvió a trabajar hace poco tiempo cuando consideró que sus hijos ya podían valerse por sí solos y encontró en el taller el lugar para desempeñarse de manera profesional.

“Elegimos Godoy Cruz por un tema laboral de mi esposo. Nos gusta, estamos muy cómodos. El barrio donde estoy es muy tranquilo, mi hijo puede todavía salir a jugar a la plaza sin que estemos al lado de él”, se sinceró.

Y siguió: “Siempre trabajé de empleada doméstica porque tuve a mi hija muy joven. Decidí irme a Buenos Aires a buscar un futuro mejor para las dos. Trabajé hasta que conocí a Sergio y con la llegada de Ismael me dediqué a mis hijos”.

El tiempo pasó, Antonella se recibió de maestra jardinera e Ismael comenzó el secundario. Ahí fue cuando Viviana empezó a trabajar otra vez y contó que “una vecina me recomendó en el taller de Guillermo para venir a limpiar”.

Un día, Vivi habló con su jefe y le preguntó “si había una posibilidad de aprender” sin saber que la respuesta iba a ser positiva. “Me dijo que sí y así empecé. “Yo no sabía ni lo que era una herramienta. No tenía ni idea”, recordó.

Respecto de cómo es el día a día y el trato con los clientes, la aprendiz de mecánica explicó: “La mayoría de los clientes son hombres. Algunos entran, me miran con cara rara, se sorprenden. Otros, directamente me miran y ni me saludan”.

Para finalizar, dejó un claro mensaje: “Si hay algo que te gusta y tenés la posibilidad de hacerlo yo creo que hay que largarse”.

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