Volver al trabajo para unos sí y para otros no, esa es la cuestión

Un porcentaje de los maestros continúa obstaculizando la vuelta a clases.

“No sé cómo voy a hacer para pasar toda la jornada trabajo en el aula con el barbijo puesto. Inhumano”. La frase, posteada en Facebook por una docente rionegrina, encendió hace algunas semanas atrás uno de los tantos debates que tiene –para algunos sectores– la vuelta a la presencialidad laboral.

La respuesta, tajante por donde se la mire, no tardó en llegar, también en las redes sociales. “Deberán hacer como hicimos nosotros, que de un momento al otro nos tuvimos que acostumbrar a estar 18 o más horas con la máscara colocada. Te queda una marca en la cara, pero te aseguro que no te vas a morir”, sentenció una trabajadora hospitalaria y desencadenó una catarata de comentarios en la misma publicación.

Por estos días, la sociedad vive a flor de piel la discusión planteada en algunos ámbitos desde los que se busca promover que la presencialidad no es una opción. Con los gremios a la cabeza, miles de trabajadores estatales de diferentes reparticiones y docentes se apoyan sobre esa premisa y se reúsan a dejar el teletrabajo, aún cuando los fundamentos no la sostienen.

Ya pasó casi un año desde que la pandemia de Covid-19 alteró en todos los aspectos el funcionamiento de la sociedad. En ese contexto, la actividad económica y laboral se vio profundamente afectada, con millones de personas realizando teletrabajo.

Sin embargo, un amplio segmento de los trabajadores nunca dejó de asistir a sus puestos laborales, ajustándose a los protocolos sanitarios para reducir los riesgos de contagios.

El trabajo presencial en la Provincia

Río Negro no es la excepción a esa realidad. Miles de trabajadores del sector privado y de determinados sectores estatales, por ejemplo, del ámbito de Salud, continuaron asistiendo a sus lugares de trabajo, con barbijos, alcohol en gel y distancia social, pero siempre en sus puestos.

Hubo, inclusive, docentes que se presentaron alternadamente en las escuelas a llevar cuadernillos, entregar módulos alimentarios y en el caso de los directivos, a firmar documentación. Pero no fueron la mayoría.

Por más que las condiciones de la presencialidad fueron presentadas tanto desde el ministerio de Educación de la Nación como el provincial en 2020 y hubo tiempo de analizarlo, aún hoy, a menos de una semana de la fecha definida para el regreso a clases, se está debatiendo si los maestros se presentarán o no a trabajar.

Incluso para aquellos docentes y profesores, y otros sectores de la Educación como directivos, servicios generales, que esperan con ansias volver a sus establecimientos, el proceso se ha convertido en una odisea, ya que todavía no saben cuándo ni en qué condiciones podrán volver al trabajo, marcado por la nueva normalidad.

Trabajadores de supermercados, propietarios de comercios de distintos rubros, trabajadores independientes, el sector privado, empleados de la cadena productiva frutícola, petrolera, por solo nombrar algunos, siguieron trabajando en el 2020 y no han parado hasta la fecha.

Algunos tuvieron que interrumpir su actividad por un tiempo, como los gastronómicos, otros nunca cortaron y se ha demostrado que la incidencia de estas actividades, protocolizadas, no fue influyente en el aumento de los casos de Covid-19.

De este modo y teniendo en cuenta que la actividad escolar propuesta contempla un protocolo de ingreso escalonado de alumnos, aulas divididas en burbujas, clases alternadas, recreos sin juegos de contacto, barbijos y alcohol en gel, no se comprende por qué aun un porcentaje de los maestros -que no representa al universo de los docentes- sigue obstaculizando la vuelta a clases.