Con muchos cambios en lo cotidiano, la residencia de larga estadía «Rosa Padin» de General Roca continúa brindando cuidado y contención a las personas mayores que llegan buscando un lugar de encuentro y calor de familia.

La institución recibe a aquellos vecinos y vecinas que se encuentran solos, que no cuentan con vivienda propia, o que no tienen los medios económicos para afrontar el pago de un acompañante permanente.

Antes de la pandemia, «nuestra residencia era de puertas abiertas, lo que significaba que en un año normal, las personas adultas independientes entran y salen las veces que quieren», contó Fabiana Sandoval, quien está a cargo de la institución.

Actualmente, y a raíz de los cuidados que exige el protocolo de prevención, conviven únicamente con el personal de la residencia, que trabaja intensamente para que los cambios afecten lo menos posible el ánimo de los y las residentes.

Con expectativas por retomar sus actividades diarias «están siempre atentos y atentas a nuevas disposiciones para saber cuándo es el fin de la cuarentena, y cuándo podrán volver a sus paseos; a comprar sus cosas, ropa y calzado. En fin, a recuperar su cotidianeidad», comentó.

Con esmero y para llevar adelante el día a día, el personal organiza actividades recreativas y lúdicas. Una propuesta que despertó el entusiasmo fue la creación de una huerta que ellos mismos cuidan, mientras disfrutan del marco natural que tiene el predio. 

Gracias a la organización del equipo de cuidadores, los adultos y las adultas esperan con expectativa la posibilidad de tener su primera salida, después de varios meses, al famoso “canalito”, un espacio verde muy lindo con el que cuenta nuestra ciudad y «nos pareció acorde para que los adultos puedan retomar sus salidas», destacó Fabiana.

Remarcó que, cada día, el lema del lugar es ofrecer a las personas un entorno saludable, de respeto y bienestar, considerando a cada uno como sujeto de derecho, garantizando que, más allá de las condiciones actuales, los puedan ejercer.

Para finalizar, la titular de la residencia reflexionó acerca del acompañamiento de las familias, que -aunque pocas y con rejas de por medio- no han dejado de visitar, animar y brindar amor a sus adultos y adultas.

En el mismo sentido, instó a las demás familias a acercarse «a través de un llamado telefónico, una visita desde la calle» y otras muestras de afecto, que con gusto el personal de la residencia les hará llegar.