El joven cuenta sus experiencias y proyectos futuros.
Conversamos con Misael Castillo acerca de su último libro El tiempo cuando falta y de su escritura en general. Nos contó que va a presentar esta última publicación en la Feria del Libro de Tostado y que muy pronto verá la luz su tercer libro Germinará o será parte de la tierra.
-¿Cómo es ser escritor y qué particularidad tiene desarrollar tu actividad en el Norte Santafesino?
-La escritura es una actividad compleja. A veces pienso que ser escritor es como ser un médium, que tambalea entre los vivos y los muertos con el fin único de encontrar un mensaje. Y hay mensajes que, muchas veces, aparecen más cerca de la muerte y que te hacen atravesar la oscuridad.
También pienso que uno atraviesa el umbral de la muerte para traer vida, y no por otra cosa. Quién camina en la oscuridad si no es para llegar a la luz. Creo que escribir es una tarea hostil, pero que existe una satisfacción al encontrar el amor minucioso que reside en lo agónico. Después de todo, a la vida y a la muerte las separa un hilo, un corte del tiempo, una pequeña fracción de segundos.
Ser escritor es mucho más fácil que ser cualquier otra cosa. El problema con serlo en el norte, si es que hay un problema con eso, es la distancia que se interpone entre uno y las puertas culturales. Por eso es tan importante tener estas instancias de difusión.
Muchos temen enunciarse como escritores, pero a mí no me pasa. El problema es pensar que llamarse escritor lo pone a uno en una situación desde la cual monopolizar lo sensible, y yo no lo veo así, porque la escritura no es un fin sino una intención. Quizás soy demasiado joven, y demasiado inmaduro para decir cómo es ser escritor, pero después de todo soy un amateur, y eso quiere decir que entre esta actividad y yo existe un lazo de amor, y no creo que haya algo mejor para legitimar mis palabras.
-¿Cómo llegaste al mundo de la escritura? ¿Cómo se llega al mundo editorial?
-Al mundo de la escritura llegué por accidente, como un niño asustado que necesita encontrar a sus padres. Por eso, cuando encontré las palabras no quise soltarlas. A veces, tengo periodos de no sentarme a escribir, y dejo que eso me atraviese.
Y no sé si existe tal cosa como abrirse camino en el mundo editorial. Participé de un par de convocatorias y fui seleccionado. Eso es pura casualidad. De todos modos, mi recorrido me hace feliz, porque siento que me permite cierta coherencia. E incluso, si nadie me publicara, y nadie me leyera, seguiría escribiendo todos los días.
-¿Por qué El tiempo cuando falta? ¿Este libro tiene algún punto de contacto con la idea de muerte?
-Creo que en este libro el tiempo es una ausencia inconmensurable, y si bien no expresa la realidad, ni hay una intención de expresarla (a priori, desde una perspectiva de representación), tiene que ver con el sentimiento que tenemos aquellos y aquellas que hemos visto al tiempo escaparse detrás de las largas jornadas laborales que solo alcanzan para comer y dar de comer. Desde mi perspectiva, esa es una relación de muerte.
Mi libro es un intento desesperado por humanizar al trabajador. En nuestro país más de diez millones de personas se inventaron su propio trabajo. Eso es lo que desde los movimientos sociales denominamos economía popular. El problema principal que yo encuentro en nuestra sociedad es que la clase política no está dispuesta a aceptar que esos millones de personas ya son trabajadores, que se encuentran frente a un mundo donde ni el estado ni el mercado les resuelve el problema. Eso es lo que me mueve a escribirles. Reconocerlos y observarlos.
-Siendo más específico: ¿De qué trata el libro?
-Este libro tiene que ver con los oficios, pero no, quizás, desde una perspectiva tradicional. Me parece que al principio, quizás inconscientemente, fui hablando acerca de muchos oficios sin hacer énfasis en ninguno de ellos, sino más bien desde una perspectiva humana donde hay sentimientos universales que atraviesan a todos los trabajadores y trabajadoras en todos los tiempos existentes.
Quizás, el impulso principal tiene que ver con el hecho de sentirme parte de una clase obrera a la que la vida le ha costado muchísimo. Sin embargo, no es un libro donde predomine la tristeza, sino por el contrario predomina una belleza profunda y negada que tiene que ver con lo popular y el amor, con lo popular y la hermosura, con lo popular y la reflexión en su flujo de belleza. Como dice Mará Belén Aguirre “Hoy no escribí, pero al menos, la belleza no me ha temido”. Creo que tiene que ver con eso.
-¿Incide la vida personal en la escritura?
–No existe escritura sin vida personal, sin “yo” como decimos. E incluso aunque tanto lo critiquemos, ese “yo” termina por ser parte fundacional de la estilización. La escritura es expresión, pero el cuerpo es también expresión y por eso es tan importante la autoficción.
El inconsciente personal y el colectivo trabajan sobre nosotros. Como la canción de Charly, que es bellísima. Y en ese concepto de Inconsciente Colectivo, uno llega a la conclusión de que muchas veces no sólo estamos atravesados por la historia personal, sino también por la historia de nuestros padres y amigos. Porque si bien yo no existía, ni en el 2001 ni en la dictadura, mis padres sí, y hay experiencias que se transfieren por medio del inconsciente.
La transferencia del dolor es lo que hace que el mundo se transforme en algo mejor a diario. Es lo que permite la alquimia, y la sinergia y el encuentro de los cuerpos. No existiría el mundo sin el dolor que dejan los grandes acontecimientos, y la literatura es la rendija a través de la cual el escritor intenta descifrar esa porción de vida que hay en la muerte. Esa es la pulsión de mi escritura. Me gustan los textos que rozan con la tragedia.
-¿En qué parte de la construcción de tu obra estás en este momento?
-En este momento, estoy en una construcción silenciosa, pero activa y, fundamentalmente, solitaria. Hace muy poquito Elandamio Ediciones publicó mi segundo libro y ahora espero dos libros. El primero, por una editorial de Reconquista (Ediciones Corazón de Río), y el segundo por una editorial de Tucumán (Falta Envido Ediciones).
Tengo mucho material pendiente para ser publicado, pero eso no me apura. No se puede ser tan pretencioso. Existe, sin embargo, un enorme deseo de compartir experiencias de lectura con otros y otras.
Es un poco complejo a veces romper el esquema de la propia escritura y en esa instancia me encuentro, desdoblando la estética con la que me formé para mi producción artística.
-¿Y cuándo vamos a ver tu próximo libro? ¿Qué se puede saber acerca de esa publicación?
-Mi próximo libro se titula Germinará o será parte de la tierra, y va a salir por Corazón de Río Ediciones. Hoy, te puedo decir que el libro está en imprenta. Además, pronto vamos a hacer la presentación Germinará en la ciudad de Reconquista con el Editor Facundo Machuca y su equipo.
Sin dudas, esto me alegra muchísimo porque va a ser mi primera publicación en Santa Fe. Y me alegra porque va a ser con una editorial que emerge con fuerzas y porque creo en el crecimiento colectivo, en el apoyo mutuo, en que si la editorial crece yo también y viceversa.
Valoro mucho que la gente que haga apuestas tan difíciles en lugares tan recónditos para el mercado editorial como es el norte santafesino.
Sobre Misael Castillo
Misael Castillo nació en Tostado (1993). Es militante social. Estudió Lengua y Literatura. Publicó los libros Robarle al cuerpo (Ediciones Presente- Bs As), El tiempo cuando falta (Elandamio Ediciones- San Juan). Participó de distintas antologías. Recibió el premio revelación del Abrazo de voces (2021).
Fue seleccionado para publicar Gorriones que anidan en las manos (Falta Envido) y Germinará o será parte de la tierra (Corazón de Río).