La Fabrika de la economía popular

«Fuimos llenando de contenido el concepto de economía popular», expresó Pablo Basso, responsable de este espacio que incorporó a todos los trabajadores y trabajadoras que fueron expulsados del mercado laboral. Trabajan bajo una misma consigna: la del cooperativismo.

Ubicada en el centro de tres grandes barrios de la ciudad de Rosario, La Fabrika es un espacio en el que confluyen distintos anhelos con el objetivo de profesionalizar el trabajo de la economía popular. Pablo Basso, responsable del espacio, comentó cómo fueron los comienzos: «Ingresamos a este lugar donde anteriormente funcionaba el obrador de Madres de Plaza de Mayo. Era un espacio realmente amplio y fuimos intentando reordenarlo y organizarlo en base a las necesidades que el pueblo estaba dando cuenta. Fuimos creciendo siempre vinculados al desarrollo del concepto de lo que para nosotros es la economía popular, hasta convertirlo en La Fabrika«.

La Fabrika es un gran galpón ubicado en la calle Juan José Paso 2067 de Barrio Industrial, limita con Ludueña, Empalme Graneros y el Barrio Toba. «Fuimos llenando de contenido el concepto de economía popular», expresó Basso. «Cuando el capitalismo comenzó a descartar a compañeros y compañeras del mercado laboral, miles fueron expulsados y tuvieron inventarse un trabajo. La economía popular integra a esas personas que tuvieron que salir a buscarse un trabajo por fuera. En La Fabrika aportamos el mayor nivel de organización posible para otorgar dignidad«.

Y en ese sentido, agregó: «Dignificar la economía popular significa que el Estado atienda las necesidades de este sector. El mercado laboral está cada vez mas reducido por las lógicas mismas de este modelo capitalista. Nosotros creemos que es necesario organizarnos bajo otras formas más auténticas junto con los compañeros que cambiaron su forma de trabajar. Esa forma que encontramos es el cooperativismo».

Durante mayo, a días del Día del Trabajador y la Trabajadora y luego de los anuncios de Alberto Fernández sobre la ampliación del número de personas alcanzadas por la Tarjeta Alimentar, el dirigente de de la CTEP y la UTEP, Juan Grabois, en una nota de opinión invitó a la población a reflexionar sobre el asistencialismo. En uno de sus párrafos decía: «Nadie tiene la receta para resolver las injusticias sociales que padece la Argentina, pero hay algo seguro: masificar el asistencialismo no es el camino. La Tarjeta Alimentar es eso. Es una política focalizada de cuño neoliberal porque no consagra derechos permanentes, no crea puestos de trabajos, no genera bienes sociales durables, no promueve el desarrollo humano integral».

El tan deseado objetivo de crear puestos de trabajo donde todos y todas tengan un lugar: «Nosotros combatimos el asistencialismo, no desde una oposición sin argumentos, sino de la manera que construimos diariamente. Lo que queremos es que el Estado genere trabajo, y que sea digno. Es la única respuesta. La asistencia que recibimos del Estado no viene de la mano de la creación de puestos de trabajo y eso es lo que hacemos en La Fabrika. Convertimos un plan social en un puesto de trabajo, incluyendo a otros«.

Al rojo vivo

La cooperativa «Al rojo vivo» nace a mediados del 2019, «justamente cuando nuestros sueldos, estado físico y anímico estaban así, como nuestro nombre lo indica«, comentó Lucas Vilca, quien, junto a ocho compañeros más, ahora hace trabajos de herrería de primera calidad. Los conoció cuando estos eran sus alumnos en el curso de soldadura que dictaba. «Siempre charlábamos en las clases, y nos dimos cuenta que todos tenían algo en común: no tenían trabajo. En ese momento éramos dieciséis y el único con trabajo fijo era yo».

«La única forma de transformar el hierro es cuando está al rojo vivo y nosotros estábamos en esa. Es una analogía que describe nuestra situación antes de este trabajo, cuando decidimos cambiar nuestro rumbo y crecer», agregó Lucas a la explicación del nombre de esta cooperativa. «Todo lo decidimos juntos cuando nos dimos cuenta que la ecuación cerraba por todos lados, no tenían trabajo, hacían bien lo que aprendían en el taller. En comunión decidimos darle para adelante a este proyecto que en primera instancia tuvo lugar en la escuela hasta que llegamos a La Fabrika».

«En el barrio lo conocen como al galpón de la CTEP«, dijo Lucas y agregó: «Cuando vinimos nos enamoramos. Todos veníamos de trabajar con poco y nada y de repente contar con un espacio tan grande para hacer crecer nuestro proyecto fue un impulso enorme«. Compromiso es la palabra seleccionada por este grupo para describir lo que hicieron y están haciendo: «Nos comprometimos a inventar un espacio juntos. Es un proyecto en el que todos somos un eslabón importante».

Al igual que Pablo, desde Al Rojo Vivo reconocen la importancia del cooperativismo: «Asumimos los problemas y dificultades que teníamos como quién iba a gestionarnos, cómo íbamos a comprar las herramientas y después empezamos de a poco. El crecimiento es resultado del esfuerzo constante y el trabajo que hacemos desde las redes. Incluso en el primer confinamiento hemos aprendido mucho. Ahora, dos años después, gestionamos nuestra cooperativa y estamos a días de que salga la resolución».

Atendiendo a la difícil situación epidemiológica, Lucas comentó: «Estamos atentos a lo que pueda pasar. También empezamos a pensar en la necesidad de adquirir nuevos derechos, como la asignación por el nacimiento por hijo, o un aporte por el cumpleaños de cada uno de ellos, y otras discusiones que encontraron empuje al fuego de la lucha feminista, como la licencia por paternidad«. «Queremos mejorar nuestra calidad de vida. No hay patrones en esta cooperativa, pero tampoco queremos serlo en nuestras casas. Queremos subirnos a esa discusión» enfatizó.

Concluyó comentando que este trabajo «es la posibilidad de soñar con un futuro, porque en definitiva eso es lo que estamos construyendo con nuestro trabajo. Cuando no tenés trabajo, o trabajas de manera cortada, no hay posibilidad de imaginar un futuro». Por eso, agrega: «Ojalá que esto pase en todos los barrios. Ojalá se replique. El laburo es lo que permite pensar en otras cosas, mejorar el consumo problemático, la violencia de genero. Hay que generar laburo de calidad. Queremos ser dueños de nuestra propia fuente de trabajo. Siento que estamos dando vuelta la tortilla».

Sublimando la esperanza

Sublitep nació en el año 2015 cuando Karen, Ezequiel, Daniel, Joel y Sebastián comenzaron a aprender y vivenciar el arte de la serigrafía y la sublimación. «Recién salíamos de la adolescencia. Fuimos capacitándonos, aprendiendo pero aún así todavía no veíamos a nuestra tarea como un trabajo. Quizás porque éramos muy jóvenes y se trataba de nuestra primera experiencia laboral. Nunca creímos que se convirtiera en nuestra principal fuente de ingreso. Hoy es nuestro trabajo y lo hacemos con mucha responsabilidad«.

Con la alegría de saberse constructores de su futuro, comentaron: «Estamos muy orgullosos con lo que logramos, crecimos día a día y hoy podemos mirar para atrás, ver todo lo que avanzamos y sentirnos orgullosos. Nuestro objetivo era ese, transformarnos en una unidad productiva, poder transformar lo que comenzó en una capacitación en un emprendimiento, nuestra fuente de trabajo y hoy lo logramos».

En La Fabrika realizan sublimaciones en prendas y demás artículos personalizados. Sobre el espacio dijeron: «Es nuestro segundo hogar. Un lugar siempre con las puertas abiertas que te brinda un lugar para llevar adelante distintos emprendimientos. Es una institución que interviene en lo social e invita a imitar. Sabemos que hay mucho por mejorar, pero no hay dudas de que vamos a lograrlo y seguir creciendo para el bien social».

Por último, concluyeron: «Tenemos sueños a futuro como seguir creciendo en lo grupal y como unidad productiva, seguir perfeccionándonos y hacer más visible nuestro trabajo desde la economía popular«.

Contenido provisto por: Sofía Fernández